Suiza

La cárcel de los “inocentes” de Suiza

Más de 800 voluntarios se han presentado para probar una nueva prisión en Zúrich

¿A quién no le horrorizaría entrar en prisión? Vivir las 24 horas sin voluntad, sin móvil, sometido a horarios impuestos, con todos los movimientos controlados. Sin embargo, en Suiza, pidieron voluntarios para probar la nueva cárcel de Zúrich Oeste y se han presentado ya 832 personas. Cifra elevada que no se puede comparar «porque nunca se ha hecho algo así».

El complejo policial y judicial que albergará una nueva cárcel en Zúrich
El complejo policial y judicial que albergará una nueva cárcel en ZúrichGaetan BallyAgencia AP

El director de prisiones, Marc Eiermann, me describe con precisión por qué es tan importante «someter el funcionamiento de la cárcel a una prueba» antes de estrenar el centro penitenciario. Aquí no se improvisa, el respeto a los reos es máximo. Eiermann confiesa que él ya tuvo la idea de hacer un ensayo en 2018, cuando empezó como jefe de gestión de la prisión. Reconoce que el esfuerzo para organizar a los voluntarios que pasarán uno, dos o tres días de prueba es mayúsculo.

La «cárcel de los inocentes» se pondrá en marcha del 24 al 27 de marzo, para que la futura gestión de los internos reales (124 en prisión provisional y 117 en prisión preventiva) sea excelente.

Las autoridades penitenciarias de la ciudad suiza de Zúrich afirman que cientos de personas han aprovechado la oportunidad de ofrecerse como reclusos de mentira para una novedosa jornada de puertas abiertas en la nueva cárcel y centro de detención antes de que empiece a acoger a detenidos de verdad en abril
Las autoridades penitenciarias de la ciudad suiza de Zúrich afirman que cientos de personas han aprovechado la oportunidad de ofrecerse como reclusos de mentira para una novedosa jornada de puertas abiertas en la nueva cárcel y centro de detención antes de que empiece a acoger a detenidos de verdad en abrilGaetan BallyAgencia AP

Hombres y mujeres (pero no menores de edad) «tendrán conexión a televisión y podrán atenuar las luces». Además, a pesar de lo que uno se imagina, «casi todas las celdas tienen ventanas sin barrotes».

Las diferencias para los voluntarios son que «los detenidos no tienen llave. No pueden salir de su celda. Otros deciden por ellos cuándo pueden ducharse o salir a pasear, cuándo llega la comida y, por supuesto, cuándo son liberados». Eso sí, el simulacro carece de medidas disciplinarias. Si un voluntario no sigue las normas del centro penitenciario o desobedece a los guardias, «esa persona simplemente es excluida». Algo que no funcionaría precisamente con los presos verdaderos.

Para Eiermann, todos ganan: «Nosotros ponemos a prueba los sistemas y los voluntarios pueden experimentar –al menos en parte– lo que significa estar en una prisión».

Palabra de seguridad

Y como buena simulación, si alguien se da cuenta de que es insoportable vivir en una cárcel, aunque sea por un día, pueden salir en un tris.

«No queremos que nadie sufra daños psicológicos o físicos. Por ello, todos los participantes reciben una palabra de seguridad. Si la utilizan, serán liberados inmediatamente», concluye Eiermann. ¿Habrá quien se quiera quedar más días?