Lula Da Silva

Tópicos antiliberales

El Estado no puede «poner dinero» sin sacárselo antes a alguien.

Mientras el PP implota y los demás sonríen, conviene repasar los tópicos antiliberales, que igual salen de todo este lío muy reforzados.

Nos ayuda el expresidente brasileño, Lula da Silva, que repitió en «El País» tres de esos tópicos. El primero es el keynesianismo cañí: «Un poco de dinero en la mano de muchos hace milagros. Cuando le das 10 euros a un pobre y le das 1.000 a un rico, los 1.000 irán a una cuenta bancaria, a especular. El pobre va a comer, va a comprar zapatos, ropa, un cuaderno, y la economía empieza a funcionar». Pero la economía no funciona así. Si lo hiciera, bastaría con aumentar el consumo para perpetuar la prosperidad. Más bien habría que atender al ahorro y la inversión, que Lula desprecia como si se tratara de mera especulación.

El segundo tópico es la fantasía del maná: «La Unión Europea crea, de manera muy valiente, un fondo de 750.000 millones de euros, Biden aprueba planes de billones de dólares, nosotros tenemos una oportunidad para resolver los problemas del país: el Estado tiene que poner el dinero para que la economía crezca». Pero los Estados no crean nada, no son Dios que creó gratis el maná, porque cada euro que gasta la UE, o cualquier Gobierno, se lo quita a la gente mediante impuestos. El Estado no puede «poner dinero» sin sacárselo antes a alguien. Eso es de una eficacia cuestionable, de una justicia dudosa, y es cualquier cosa menos valentía.

Por fin, el tercer tópico es la vanidad mesiánica: «Tengo que volver para recuperar el prestigio de Brasil y que el pueblo coma tres veces al día». No parece respetar al pueblo quien piense que su alimentación depende de que él sea el presidente del país, y no de un marco institucional de paz, justicia y libertad, que facilite la creación de riqueza por el pueblo.

La soberbia delirante del señor da Silva no parece tener límites. Acusa a las autoridades: «El Gobierno actual, de hecho, no representa el alma del pueblo brasileño». Naturalmente, el alma es él, que todo lo puede y todo lo sabe. Por ejemplo, sabe que lo que pasa en Cuba no se debe a una larguísima y cruel dictadura socialista sino (venga ¿no lo adivina usted?) al «bloqueo de Estados Unidos».