Partido Popular
La traca final
La luminosidad brilló ayer excepción hecha de la calle Génova
Cuando uno comprueba un cambio de temperatura cercano a los veinte grados en el transcurso de tan solo seis o siete horas, la sorpresa es inevitable. Si, además, esta alteración aparece de forma abrupta en pleno invierno, uno duda en decantarse por la alegría o la preocupación. La alegría de disfrutar de una cálida ambientación o la pesadumbre de que nada bueno puede suceder.
El caso es que ayer la Comunidad Valenciana, como otras partes de España excepto la madrileña calle Génova, presentaba la brillante luminosidad que tan extraordinaria y fielmente captó Joaquín Sorolla en su maravillosa obra. Tanto, que se ganó el reconocimiento como «pintor de la luz y el color». Esa capacidad para captar tales fenómenos naturales enamoraron a los de su tiempo y continúa causando admiración a todos nosotros.
El caso es que no ha llegado la primavera pero este cielo azul, raso si de la noche se tratara, emerge como un día de Fallas a la hora de la mascletá, momento esplendoroso que exhibe alegría, luminosidad, belleza y una variada tonalidad hasta culminar con una explosión de sonido adornado de una excepcional cadencia melódica. ¡Oh la música! Otra de las joyas propias de esta tierra, esa que tan precisamente supo plasmar el maestro andaluz José Padilla, quien después de otro maestro, José Serrano, fue el mejor fotógrafo musical de la tierra valenciana. Su obra «Valencia» ha sido interpretada por todos los registros y estilos. Superior esa «Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor».
Y la mascletá, visión única en el mundo, que termina con la traca final, universalmente aplaudida, un final en cierta forma previsible que en nada se parece al epílogo que pueda cerrar la desventura popular, la del PP me refiero. Así es la vida.
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