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Guerra en Ucrania

La invasión de Ucrania

«Putin siente un profundo desprecio e indiferencia por los cómodos líderes europeos, porque conoce su debilidad»

Era evidente que Putin iba a intervenir en Ucrania. Lo he dicho y escrito, por lo que mantengo la coherencia, aunque en otras ocasiones me he equivocado. No me importa reconocerlo. Ha sido una ofensiva por tierra, mar y aire de una enorme intensidad destinada a aplastar las fuerzas armadas ucranianas. Lo único sobre lo que dudaba era la intensidad y alcance de la invasión. La superioridad militar rusa es abrumadora. No sé quién pensó que podría resistir sin contar con ayuda exterior. No son los tiempos de las batallas medievales o de la guerra soviético polaca (1919-1921), donde el heroísmo o una mejor estrategia podían cambiar el signo de una batalla o una campaña militar. La potencia armamentística es un factor decisivo. La propaganda de los voluntarios entrenándose en los parques de Kiev con armas de madera siempre me pareció una muestra de debilidad. Putin sabía que europeos y estadounidenses no harían nada, salvo declaraciones grandilocuentes, que le resultan indiferentes, y unas sanciones que tenía descontadas. Nunca he ocultado mi simpatía por los ucranianos, pero la política real permitía entender que Putin jamás permitiría un acercamiento a la OTAN y la UE.

Nadie sabe hasta dónde quiere llegar el presidente ruso. Hasta ahora hemos vivido una persistente campaña donde se minusvaloraba una de las grandes potencias del mundo y su líder. La superioridad rusa en armamento y tropas permite presagiar un escenario desolador. Putin siente un profundo desprecio e indiferencia por los cómodos líderes europeos, porque conoce su debilidad. No están dispuestos a hacer ningún sacrificio por Ucrania. Por supuesto, no puede respetar a un presidente de EE UU que demostró su incompetencia con la huida de Afganistán. El presidente ruso es un militar, que está educado en los valores del patriotismo y el convencimiento de su destino manifiesto de situar a Rusia en la posición que le corresponde como una gran potencia. En lugar de entender el alma rusa, conocer mejor esa gran nación y asumir las líneas rojas de su presidente, nos gusten o no, hemos preferido actuar como un elefante en una cacharrería. Es difícil superar esta torpeza. El pueblo ucraniano, desgraciadamente, sufrirá las consecuencias y se consumará otra injusticia histórica. Biden ha demostrado que es el peor presidente de la Historia.

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