Formación Profesional
Un triángulo, un hexágono, un círculo y un reloj de arena
La satisfacción en política no está en los efectos inmediatos. Sólo se da algunas veces, cuando se atiende a necesidades perentorias: la subida del Salario Mínimo Interprofesional es un buen ejemplo. Aunque cuando es muy grata es al hacer realidad las reformas que aportan soluciones a nuestras asignaturas pendientes. Ahí la importancia de la nueva Ley de Formación Profesional recientemente impulsada por el Gobierno y publicada en el BOE el 1 de abril.
Todas las leyes son importantes, pero de todas ellas, las leyes educativas tienen un valor superlativo. La educación es el legado de una generación a otra y, por tanto, la mejor palanca para el crecimiento personal y la mejor aportación a la autonomía y la emancipación de los y las jóvenes en lo que va a ser el centro de sus historias de vida, la carrera profesional.
Tras el abandono de la formación profesional por parte del Gobierno Rajoy, el Gobierno de Pedro Sánchez ha ejecutado el I Plan Estratégico de la FP, ha acordado su gobernanza a través de la Alianza por la Formación Profesional con los agentes sociales y ha invertido 2.200 millones en formación profesional. Así, la FP se convierte en un potente motor del ascensor social, de la promoción social que se consigue con la educación para el acceso a un empleo de calidad.
Tenemos una Reforma Laboral que combate la precariedad y reequilibra el poder dentro de la empresa dando fuerza a la negociación colectiva. Y la nueva ley de Formación Profesional que hace posible la construcción de carreras profesionales consistentes, plenas y productivas. Estas dos reformas son potentes cajas de herramientas al servicio de la generación de puestos de trabajo de calidad y para el abordaje con seguridad de los tránsitos laborales que sobrevienen a lo largo de nuestra vida laboral.
Voy a utilizar cuatro figuras para describir la ley, nuestro mercado laboral y su relación con la formación.
En primer lugar, la ley se centra en un triángulo virtuoso cuyos vértices son el centro de formación, el territorio y la empresa. En el centro: la persona. Nada construye ni vertebra tanto un país como que su gente tenga buenos trabajos, creados por empresas competitivas y vinculadas al territorio. Más y mejor empleo, para más personas en más lugares. El impulso al desarrollo local está asegurado a través de centros con oferta formativa adecuada a su realidad económica.
Con estos tres vértices trabajando juntos seremos capaces de superar la siguiente figura: un reloj de arena, que representa la actual estructura de la formación de nuestro país. Una base amplia de formación escolar obligatoria, una parte superior con un gran número de universitarios, pero una estrechísima cintura en donde deberíamos tener a las personas con Formación Profesional. Necesitamos más estudiantes en FP y más trabajadores que sigan formándose a lo largo de su vida porque estamos muy lejos de lo deseable en ambos parámetros, y tenemos aún muchas personas con muy baja cualificación.
La tercera figura, el círculo que forman la dinámica de orientación - formación - cualificación y vuelta a la orientación profesional… Con esta ley vamos a tener una FP moderna, territorialmente equilibrada, preparada para ser el sustrato flexible, acumulable e inclusivo que dé respuesta a las profesiones emergentes, e integrada en un sistema articulado, modular. Una FP que integrará la formación inicial y la actualización permanente a lo largo de la vida. Un modelo dual que involucrará a todos: Gobiernos, empresas, personas trabajadoras y centros educativos. Un esfuerzo conjunto de orientación, planificación y ejecución compartida para extender al conjunto del país una prosperidad basada en empleos dignos, estables y competitivos que nos coloque en la vanguardia europea.
Por último, el hexágono, es la forma que dibujará el perfil competencial de nuestra ciudadanía activa. Hoy las titulaciones de FP son las más demandadas en el mercado laboral. A mejor formación, mejor empleo. Una Formación Profesional robusta es nuestra gran aliada para cerrar la brecha entre formación y empleo, y una puerta a empleos de calidad para un mayor número de personas.
Los retos estructurales demandan soluciones estructurales, consensuadas para que pervivan en el tiempo y den sus frutos. Los socialistas lo sabemos y para eso gobernamos: para garantizar el futuro.
*Eva Granados es portavoz del PSOE en el Senado.
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