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Pedro Sánchez

El «nuevo» PSOE

«Los partidos que no cuidan a sus organizaciones territoriales están en declive o acaban desapareciendo»

La salida de Adriana Lastra ha sido la excusa para que Sánchez hiciera los cambios que quería en el PSOE y en el grupo parlamentario. A primera vista ha acertado, aunque estos movimientos nunca tienen un efecto electoral. Por supuesto, es muy consciente de ello. Otra cuestión distinta es que necesita que el partido sea una maquinaría bien engrasada y mejor coordinada con el Gobierno. El PSOE, al igual que le ha sucedido al PP, se resiente cuando gobierna, porque pasa a un segundo plano. Mi querido amigo Íñigo Cavero, que fue tres veces ministro y secretario general de la UCD, siempre me decía que era un error que quien estuviera al frente del partido no se sentara en el consejo de ministros. Lo decía por experiencia propia y tenía razón. Los ministros acaparan todo el protagonismo. Es muy lógico, pero no tiene por qué ser un impedimento para cuidar a las organizaciones territoriales. Ha sido la fuerza de socialistas y populares. Los partidos que han acabado desapareciendo o están en declive no contaban con ellas. Eran meros instrumentos al servicio de sus líderes. Es lo que ha sucedido con Ciudadanos, UPyD, el CDS o Unidas Podemos.

Sánchez es un hombre de partido y, sobre todo, el secretario general que más poder y control ha logrado alcanzar en su centenaria historia. Sin ánimo de remontarme al periodo previo a la dictadura, la realidad es que es mayor del que ostentaron González, Zapatero o Rubalcaba. Por eso, es un error menospreciar a quien ha conseguido triunfar en circunstancias siempre muy adversas. Un buen general es el que pondera las virtudes y los defectos de su enemigo. Patxi López no me gusta por el comportamiento ingrato que tuvo con el PP, pero será un excelente portavoz parlamentario. Es un político hábil, inteligente y experimentado. La ministra de Educación, Pilar Alegría, es una persona próxima y agradable, que espero no caiga en el pernicioso error del frentismo estéril y la crispación. Por su parte, María Jesús Montero conoce muy bien el partido y tiene carisma. Nunca entendí el error de Sánchez de no enviarla como candidata andaluza. A Iceta lo conozco desde que éramos jóvenes. Tenemos la misma edad y le tengo un gran afecto personal, no me importa reconocerlo, aunque desde la discrepancia.

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