Opinión

En disputa por la hegemonía mundial

Todavía no ha terminado la «operación especial limitada» de Rusia en Ucrania –eufemismo para referirse a una invasión limitada– pero las consecuencias de todo tipo ya están notándose en el Occidente europeo, en forma de una inflación histórica que parece anunciar una recesión económica el próximo otoño. Ello, con las cuantiosas pérdidas humanas y el subsiguiente drama de los millones de desplazados y refugiados que la guerra está causando, obliga a reflexionar acerca de la necesidad que existía de provocar a Putin con la expansión de la OTAN de forma continuada hacia sus fronteras, pese a sus reiteradas advertencias al respecto. Por si no quedara claro el porqué, ahora parece querer repetirse la operación con China, con Taiwán interpretando el mismo papel que ha jugado Ucrania respecto a Rusia.

También el líder chino Xi Jinping había advertido a Biden de las consecuencias que podía acarrear la visita de Nancy Pelosi a la isla, auto investida cuál heroína mundial defensora de los derechos humanos y la democracia de los 23 millones de habitantes taiwaneses. La suya ha sido una escala fugaz, pero suficiente para provocar una segura respuesta de la China continental cuyas consecuencias las vamos a padecer los demás durante bastante más tiempo del que ha durado su visita. Si se lee con detenimiento el acuerdo de cooperación bilateral estratégica firmado entre Putin y el líder chino tras la creación del AUKUS, versión indopacífica de la OTAN que ya hemos comentado, y que a su vez fue suscrito en fecha inmediatamente anterior al 24 de febrero, empieza a entenderse mejor lo que está sucediendo. Sin duda, desde el punto de vista americano está muy clara la jugada geoestratégica por la primacía mundial que está llevando a cabo.

Por su parte, China y Rusia han pactado que no aceptan el orden internacional basado en bloques geopolíticos que intentan imponer su modelo de sociedad a los Estados, y dan por finalizada la hegemonía mundial unilateral de los Estados Unidos surgida tras el final de la guerra fría en 1991con la implosión de la URSS. La China actual dista mucho de aquella de hace treinta años, y unida a Rusia avisan a los americanos que su liderazgo ya no lo reconocen. El actual pulso entre ambas superpotencias con Taiwán como pretexto va a señalar quién es el más fuerte o el más decidido de los contendientes por el liderazgo mundial. Los demás somos meramente figurantes del guion, pero lo seguro es que en cualquier caso vamos a pagar las consecuencias en este juego por la hegemonía.