Sindicatos

Pepe, el optimista

Los sindicatos llevan demasiado tiempo convertidos por voluntad propia en correa de transmisión de opciones políticas muy concretas y eso les impide defender a los trabajadores

Casi enfilando hoy sábado la segunda quincena de agosto, a estas alturas del verano eso que ahora se denominan desde la izquierda «clases medias y trabajadoras» se supone que llevan ya consumido un considerable tramo de disfrute vacacional, de desparrame, de gasto bien merecido y de optimismo a raudales tal como hace poco más de un mes vaticinaba el secretario general de UGT Pepe Álvarez en una de las más desafortunadas afirmaciones que se le pueden recordar a un sindicalista en nuestro país «que se vayan a hacer puñetas, vamos a disfrutar del verano», despreciando a los parados y demostrando que el universo paralelo en el que desde hace demasiado tiempo lleva viviendo el sindicalismo «de clase» español en nada se corresponde con el universo real de la gente que no llega a fin de mes, que no llena ya el depósito de la gasolina y que no puede mantener conectado estos días el aire acondicionado. Aquella declaración de Álvarez se muestra especialmente actual en este punto del verano y probablemente volverá a ser recordada por desgracia cuando se presente el otoño, sobre todo porque tratar de enmendar augurios realistas a propósito de las dificultades económicas que se avecinan si no se adoptan las medidas adecuadas, sencillamente se convierte en un insulto a esos mismos ciudadanos a los que organizaciones como la del interfecto Álvarez dicen representar.

Los sindicatos llevan demasiado tiempo convertidos por voluntad propia en correa de transmisión de opciones políticas muy concretas y eso les impide defender a los trabajadores por el mero y palmario hecho de que tal defensa les enfrenta con un gobierno con el que –haga lo que haga– se encuentran especialmente confortables. Desde 2013 durante los años de gobierno del PP las subvenciones a las organizaciones sindicales estuvieron congeladas y eso es algo tan difícil de perdonar como evidente es el agradecimiento y la entrega hacia quienes en 2020 les ampliaron ayudas con jugosas cuantías. Nadie como una vicepresidenta y ministra de trabajo Yolanda Díaz para mimar a unos sindicatos que, a falta de un partido siempre tiene detrás apoyándola en su proyecto político. La cuestión parece clara desde la óptica de los Álvarez y Sordo, el control desde la oposición a la política económica del gobierno es cosa de la «extrema derecha». Ahora toca adocenarse en confortables subvenciones y ya llegará el momento de incendiar las calles cuando gobiernen otros. Ahora, a disfrutar del verano, lo dice Pepe Álvarez y sus razones tendrá…