Crisis económica

Se ensombrecen las perspectivas para 2023

La observación de la marcha del Euríbor, fundamental para el conjunto interbancario europeo, pasa a tener consecuencias forzosas y el contemplarlas, afecta a multitud de decisiones empresariales

Conviene tener en cuenta lo que multitud de organismos informativos económicos acaban señalando, sobre las perspectivas de futuro de nuestra economía y, en concreto, es de destacar, por su importancia, lo que, en el número del Informe Mensual, correspondiente a julio-agosto 2022, se edita por CaixaBank Research. Tras tomar nota de dicha fuente informativa, acerca de la situación política nacional e internacional, cada vez más ensombrecidas, titulé, así, este artículo.

Este informe indica que la pregunta del momento es la siguiente: «¿Resistirá la economía española, o acabará entrando en recesión?». Oriol Aspachs la considera, sin duda, la pregunta del momento. Pasa a ser clave «que las presiones en los precios de la energía y de los alimentos no vayan a más y que los efectos de segunda ronda sean contenidos», y, por supuesto, no depende de nosotros lo que vaya a ocurrir en los mercados de la energía y de los productos alimenticios; pero sí precisamente en la segunda cuestión. De hecho, la despreciada –por pintorescos motivos–, energía nuclear, ha vuelto a considerarse necesaria. Complementariamente, consideremos las perturbaciones nuevas, como, incluso, las bélicas en torno a Taiwán. Por todo ello, se comprende que la respuesta sobre nuestro futuro económico será siempre difícil. Además, no debemos olvidar cuestiones como las que nos recordaba Perpiñá Grau, en su discurso en el Salón de Actos de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras en noviembre de 1956, titulado: Lo económico y lo extraeconómico en la vida de los pueblos, «con el fin de conocer qué hay y cómo coordinar lo adquirido por la ciencia económica con esa realidad demasiado descuidada que todos llaman estructura económica y estructuras extraeconómicas, implicadas entre sí en el ser y en el fluir económico».

La primera de estas estructuras es nada menos que la preparación del presupuesto de 2023, basado en resolver la durísima situación deficitaria acarreada por el actual Gobierno socialista. Resulta curioso que, como consecuencia de planteamientos extraeconómicos, no se pretenda aliviar esa agobiadora amenaza, con controles serios y adecuados del gasto público, sino con la apelación a incrementos impositivos, prescindiendo, en esos análisis, de percibir el lado muy negativo que los incrementos impositivos acaban teniendo. Por otro lado, también parece ignorarse que España se encuentra dentro del área del euro, con todas sus consecuencias, y que nuestra política económica no puede vivir al margen de una serie de decisiones análogas, surgidas en el ámbito financiero del conjunto de Europa, aparte de lo que pueda derivarse de la situación del Brexit, o de la situación alemana que nos muestra, en estos momentos, un saldo negativo en su comercio exterior.

La situación inflacionista en la que se está viviendo –y con gran fuerza en España–, tendrá un notable impacto en los mercados financieros –por ello, presenciaremos cambios en los tipos de interés–, y en el comercio exterior. Si a eso se añaden incrementos impositivos, la marcha hacia la recesión queda garantizada. Por ello, la observación de la marcha del Euríbor, fundamental para el conjunto interbancario europeo, pasa a tener consecuencias forzosas y el contemplarlas, afecta a multitud de decisiones empresariales.

La evolución de la inflación va a ser clave, en adelante, y, como se señala en el citado Informe Mensual, se esperan para el año 2022 «subidas más elevadas en los precios de alimentos, bienes industriales y servicios», que en el caso de España, se derivan del auge del turismo y de persistentes situaciones anteriores. Como consecuencia de todo eso, la inflación puede, incluso, subir respecto a la ya soportada, y con ello, aumentará el desempleo.

También hay posibilidad de que podamos encontrarnos con situaciones favorables. Por un lado, por la situación creciente que, en la estructura económica española, ha pasado a tener el conjunto de los servicios turísticos; y, por otro, –basta observar la postura concreta que se expone por parte de las más importantes organizaciones sindicales–, la aparición, en el mercado laboral, de aquella flexibilidad que recomendaba el entonces Gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, para mantener perspectivas aceptables. Son esos nuestros inmediatos puntos de apoyo, que pueden ser dinamitados si no se acepta, por lo que se refiere a España, un cambio radical en la política presupuestaria en el ámbito del gasto, y, si hay avance en la recesión mundial –incluyendo lo que ocurre en los Estados Unidos–, el mundo financiero tornará, todavía más preocupantes, las perspectivas para 2023.

Ignorar los enlaces crecientes que la economía española tiene con la economía mundial, y ponerse de espaldas a las indicaciones continuas de los muchos economistas solventes que existen en España, que lo analizan, pueden explicar que el año 2023 sea, reitero, más alarmante que el 2022.

Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático.