PSOE

Insoportable impunidad

Nada hay nada menos ejemplar ni más nocivo para la imagen de los representantes públicos, que el hecho de concederse a sí mismos prerrogativas de las que carece el común de los mortales

Hay por encima de todo dos cosas que los ciudadanos no les perdonan a sus representantes políticos, una es la división interna en los partidos con las consiguientes consecuencias nefastas en el plano electoral y la otra es esa sensación de absoluta impunidad que se crea cuando políticos indultan a políticos que han metido la mano en la caja o han permitido que otros los hagan, entre un más amplio elenco de delitos relacionados con la corrupción. Nada hay nada menos ejemplar ni más nocivo para la imagen de los gobernantes y representantes públicos, que el hecho de concederse a sí mismos –casi como casta– unas prerrogativas de las que carece el común de los mortales, del que solo les diferencia el hecho de haber sido votados en las urnas.

Si hay algo también en lo que coinciden los populismos y los partidos convencionales es justamente en esa obsesión por eliminar toda autocrítica y arremeter contra rivales políticos o supuestos contubernios por el mero hecho de que haya sido imputado o condenado un miembro de las propias filas. Es difícil encontrar mayor desprecio a los ciudadanos que pagan impuestos, multas y sanciones, cosas que al parecer solo van con ellos. Recientemente veíamos como el izquierdista brasileño Lula da Silva llamaba «estúpido» a su oponente Bolsonaro por indultar a un diputado afín que había amenazado a jueces, Lula no olvidemos condenado hace años por corrupción y objeto de no pocos beneficios judiciales por su condición de líder político y hoy candidato de nuevo a las presidenciales. Cristina Fernández de Kirchner en una enardecida soflama ante su feligresía tampoco dudaba en equiparar el juicio que se le abre por presunta corrupción con un proceso a todo el peronismo, por no hablar en clave más doméstica de los «bailes» de Mónica Oltra con los suyos antes de dimitir como vicepresidenta valenciana tras su imputación por el caso de abusos sexuales a una menor por parte de su ex marido.

Ahora, indultados los acusados por sedición tras el golpe independentista frustrado en Cataluña, el partido socialista –cuyo regreso al gobierno tuvo como motor un caso de corrupción en las filas del PP– se moviliza para promover el indulto al ex presidente de la Junta andaluza José Antonio Griñán condenado a seis años de cárcel por el caso «ERES»… ergo, ¿alguien ha pensado en las nefastas consecuencias para el sistema democrático de una dinámica de indultos a la carta? Bananero, muy bananero.