Oriol Junqueras
Junqueras, a la espera de Feijóo
Reza porque se divida Junts, sin romper el Gobierno catalán, y porque Sánchez aguante, pese a que, para él, no sea de fiar.
Me decía esta semana un ilustre juez de la Audiencia Nacional que al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había que reconocerle que había sido capaz de enfriar el problema catalán. «Engañando más a los independentistas de lo que los independentistas han podido hasta ahora engañarle a él». Con «mesas», reuniones, a costa de los indultos, sí, pero «la realidad es que el soberanismo está más perdido que nunca». Perdido y dividido. Oriol Junqueras, que aspira a que le quieran más en Madrid, no se fía de Sánchez. No tiene reparos en explicar a quien le escucha que el presidente del Gobierno ha perdido su credibilidad, y que esto es lo peor que le puede ocurrir a un político.
Ellos, que prometieron de farol la Cataluña independiente, dan lecciones a quien sostienen en Moncloa de sinceridad y de política ejemplar. Queda claro que la imagen que tiene de Sánchez es mala, y eso que está en la calle gracias a la decisión de su Gobierno. Para Junqueras, Sánchez es un mentiroso, mientras que ellos, sin embargo, dijeron que iban a hacer un referéndum, y lo hicieron, se le olvida el apunte de ilegal, y ahora en lo que están es «en construir el consenso necesario para volverlo a hacer».
A pesar de todo, el «mesías» de ERC no dejará caer al presidente, aunque también se prepara, por si acaso, para la llegada de Alberto Núñez Feijóo a Moncloa. Con un Gobierno de Feijóo sabe que no habrá «mesas» ni juego político, pero confía en que, al menos, pueda acabar agradeciéndole lo mismo que dice que tanto agradece a Rajoy: «Hizo más independentistas con su política que yo».
Junqueras aprieta con la exigencia a Sánchez de que se las arregle para anular los procesos judiciales que todavía tienen pendientes decenas de cargos o peones de a pie que se sintieron demócratas dando un golpe a la democracia. Junqueras no hace autocrítica. Pero, aunque no lo diga, sabe que su problema no está en Madrid, ni en Feijóo, ni tampoco en ese Sánchez del que no habla bien. Su problema está en Cataluña y se llama Laura Borràs, apartada de la presidencia del Parlamento catalán por presunta corrupción, y en Waterloo, donde sigue residiendo Carles Puigdemont. Su concepto de los de Puigdemont tampoco es bueno, pero, a pesar de todo, reza porque se divida Junts, sin romper el Gobierno catalán, y porque Sánchez aguante, pese a que, para él, no sea de fiar.
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