El desafío independentista

Los bufones del independentismo

«Cualquier político de medio pelo puede ser conseller o diputado en el Parlamento de Cataluña»

Hay que reconocer que no se aburren. Los independentistas se odian entre ellos. Por ello, han convertido el gobierno catalán en un auténtico esperpento lleno de personajillos mediocres que actúan como bufones. Este es el nivel de degradación que ha alcanzado la política en mi tierra. Es lógico sentir vergüenza ajena. Es la mayor concentración de arribistas que he conocido nunca. La consagración del activismo independentista ha sido un factor disuasorio para profesionales prestigiosos. Esto ha abierto el camino para que cualquier político de medio pelo pueda ser conseller o diputado en el Parlamento de Cataluña. No hay más que ver a los tres últimos presidentes de la Generalitat. No es una opinión, sino la constatación de la realidad a partir de sus trayectorias profesionales y académicas. Han pasado cinco años de la fantochada del referéndum independentista del 1-0 y el intento de chantaje al Estado. El ridículo es total. Con ello no intento minimizar el daño que se hizo a la sociedad catalana, consiguiendo su división; la estrategia independentista o el actual colaboracionismo de los socialistas por motivos estrictamente partidistas. A estos últimos, lo único que les importa es recuperar el gobierno de coalición con ERC.

La política catalana hace muchos años que es una agencia de colocación. Quedan lejos los tiempos de la Transición y el primer pujolismo, donde los dirigentes de CiU, PSC, UCD, AP, ERC o PSUC tenían profesiones identificables. No eran, como decimos en catalán, una «colla d’arreplegats». Es decir, eran gente cualificada y competente que estaba temporalmente en política. El gran líder del independentismo posconvergente, Carles Puigdemont, lleva toda la vida abrevando gracias a los presupuestos. No se puede construir ningún proyecto serio o gobernar un territorio con el ejecutivo que lidera, con permiso de Junqueras, Pere Aragonès. La coalición entre ERC y Junts es contra natura, porque se quieren destruir mutuamente y sus ideologías son muy diferentes. En estos últimos años, Cataluña ha retrocedido en todos los terrenos y ha desaprovechado muchas oportunidades por culpa del ensoñamiento soberanista. La realidad es que las enfrentadas alternativas de los dos socios de coalición son una fantasmada sin ninguna viabilidad. El más listo es Sánchez que, una vez más, les ha levantado la cartera y en poco más de un año habrá elecciones generales sin que hayan conseguido nada.