Política

Presupuestos: Todo es susceptible de empeorar

Los Presupuestos, ahora, son también una bomba de relojería inflacionista, que no solo no contendrán los precios, sino que despejan el camino para subidas mayores

Jean Claude Juncker fue presidente de la Comisión Europea entre 2014 y 2019. Antes encabezó el Gobierno de Luxemburgo más de tres lustros (1995-2013). Le tocó apechugar con la Gran Recesión y fue entonces, quizá tras una buena comida bien regada, cuando explicó que «sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ganar las elecciones después». Sinceridad o cinismo es también un curso acelerado y concentrado de política. José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, en la misma crisis, hicieron antes o después, obligados o por convicción, lo que tenían que hacer, errores incluidos, técnicos y políticos. Después, perdieron las elecciones y, quizá, nadie quiera repetir la experiencia. En cualquier caso, siempre queda ahí la óptica de Lindon B. Johnson (1908-1969), 36º presidente de los Estados Unidos: «Hacer lo correcto es fácil. El problema es saber qué es lo correcto».

El proyecto de Presupuestos para 2023, una orgía de gasto de ¡583.543! millones de euros –que luego serán más–, huye deliberadamente del escenario descrito por Juncker. Es probable que ahora lo difícil sea saber qué es lo correcto, pero lo que queda claro es que el Gobierno no está dispuesto a perder las elecciones por hacerlo. Puede ocurrir –los profetas demoscópicos lo ven bastante claro, pero eso tampoco asegura nada– pero no será por falta de subvenciones, ayudas y gabelas de todo tipo para casi todos, sin que se explique –claro– que nada es gratis y que también todo se paga entre todos, especialmente entre la tan mentada «clase media trabajadora».

Los Presupuestos, ahora, son también una bomba de relojería inflacionista, que no solo no contendrán los precios –dopados a la baja por límites y subsidios artificiales–, sino que despejan el camino para subidas mayores. Además, hay que añadir –y contabilizar– que ahora empieza otros espectáculo. En el zoco parlamentario, desde el PNV hasta Bildu, con ERC en primer lugar, todos los que puedan pasarán al cobro sus respectivas facturas para otorgar al Gobierno los votos que necesita para aprobar los Presupuestos. Y todos piensan en clave electoral y también quieren –y obtendrán– más dinero para gastar. El filósofo Julián Marías (1914-2005), padre de Javier Marías, decía que «no se debe contentar a quien nunca se va a dar por contento», pero él tampoco se presentaba a las elecciones. Los nuevos presupuestos, al margen de su electoralismo y peronismo, pueden ser muy criticables, pero sobre todo son susceptibles de empeorar, porque nadie quiere verse como ejemplo de las palabras de Juncker.