
Biblioteca Harley-Davidson
Vaya pedal
Los organizadores de la Vuelta Ciclista a España saben que los saboteadores solo persiguen notoriedad (eso que hoy en día los pedantes llaman «visibilidad»)
Una de las candideces más conmovedoras de la izquierda española ha sido autodenominarse «progresista». Obviamente, ahora que el progreso desbocado es precisamente quien se está cargando el planeta, sería bueno que reconsideraran ese fallo de estrategia bautismal. No sé, podrían llamarse «los experimentalistas» –que queda más fino y científico– y así el panorama estaría semánticamente más claro por oposición a «los conservadores».
La facilidad que ofrecen para ser manipulados estos bienintencionados que afirman preocuparse de los más desfavorecidos es enternecedora. Es obvio que, en este momento, un repugnante criminal con mando en plaza está matando legiones de niños en el cercano oriente. Pero intentar frenarlo lanzándose a la calle para impedir que la gente compita en bicicleta me parece que no contribuye en nada al progreso general de la humanidad ni tiene pies o cabeza. Es una idea tan incoherente y absurda como sería organizar una partida de strip-póker para muecines en lo alto de un minarete. Los organizadores de la Vuelta Ciclista a España saben que los saboteadores solo persiguen notoriedad (eso que hoy en día los pedantes llaman «visibilidad»). Pero visibilidad no falta en el drama de Gaza: todos los telediarios de todas las cadenas abren cada día con él sus sucesivas ediciones. Tiene más espacio que la propia Vuelta. De hecho, el peligro es que la tragedia se convierta en frívolo titular de moda. El criminal con mando en plaza desde luego no se retorcerá por el suelo, arrancándose las vestiduras y llorando arrepentido de sus asesinatos, al saber que una pandilla de ingenuos ha interrumpido una carrera ciclista para castigarle. Supongo que solo se inmutará tanto si convocaran un campeonato de ganchillo para tejer banderas palestinas.
Toda esta izquierda ineficaz, si desea rebautizarse, debería tomar ejemplo de adecuación de un corredor real llamado García Pierna. Insuperable nombre para un ciclista. Hasta el día que aparezca un López Pedal, claro.
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