Política

El «rabanismo» de Sánchez, Junqueras y otros más

Los «indepes» de ERC han exigido –¿qué tendrá que ver con las cuentas?– la reforma del delito de sedición para apoyar los Presupuestos, incluida la foto Sánchez-Junqueras para escenificar el asunto. Si eso no es coger el rábano por las hojas

Julián Marías (1914-2005), padre del recientemente fallecido Javier Marías (1951-2022), defendía que «no se debe contentar a quien nunca se va a dar por contento». Pensaba, y no lo ocultaba, en los nacionalistas de distinto pelaje y condición, antes incluso de que algunos forzaran la máquina independentista, ahora más al ralentí, a la espera de otra oportunidad. Los Presupuestos generales, que el Gobierno sacará adelante está semana con gran despliegue de pompa y circunstancia, son otra vez el pretexto de «indepes», nacionalistas, periféricos y otros, al grito de ¿qué hay de lo mío?, para exprimir al resto de ciudadanos. Cada euro que catalanes, vascos, cántabros, canarios o quien sea arrancan al Gobierno para darle sus votos, lo pagan todos los españoles. Los Presupuestos, además, sirven para alcanzar la sublimación de lo que la escritora Carmen Posadas llama el «rabanismo», término feliz para ampliar lo que el filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955), el maestro de Julián Marías, por cierto, había descrito hace justo un siglo, en 1922, como «la inveterada costumbre –española– de tomar el rábano por las hojas».

El «rabanismo» goza de buena salud. Ejemplos. La introducción a los Presupuestos de 2023 –el llamado libro amarillo de Hacienda– empieza con la afirmación de que «el objetivo principal de los Presupuestos es ayudar a la sociedad a transitar la compleja situación derivada de la invasión rusa de Ucrania». Los Presupuestos son, quizá, la ley más importante de cada año, con y sin guerra de Putin y ahora deben permitir afrontar las consecuencias del conflicto bélico, pero en un contexto de paz ¿cuál sería su objetivo según Hacienda? Los «indepes» de ERC han exigido –¿qué tendrá que ver con las cuentas?– la reforma del delito de sedición para apoyar los Presupuestos, incluida la foto Sánchez-Junqueras para escenificar el asunto. Si eso no es coger el rábano por las hojas, que venga el propio Ortega a verlo. Lo mismo podría decirse de algunas concesiones –al margen de siempre más dinero– que suele obtener el PNV, el partido que mejor negocia-presiona o el que Sánchez acceda a los deseos de sus socios de Gobierno en el asunto de la ley Trans, que tantas ampollas levanta en el feminismo histórico del PSOE. Todo lo demás, «los hechos verdaderamente representativos», como decía Ortega, el que nadie se crea los Presupuestos, que la presión fiscal ya esté en el 42,3% o el retraso de la vuelta a la riqueza pre-pandemia, son anécdotas ante la costumbre de «contentar a quien nunca se va a dar por contento», como decía Marías. Viva el «rabanismo».