España

Lula, España y Brasil

El vencedor de las elecciones es viejo amigo de España: bajo su presidencia nuestras empresas pasaron a ocupar puestos de cabeza en Brasil

El resultado de las elecciones de ayer en Brasil es importante porque las relaciones de este país con España son intensas, particularmente en lo económico. En los últimos 20 años, la llegada de nuestras empresas al gigante latino ha sido espectacular. Si bien la pandemia enfrió bastante los intercambios, aún hoy son 5.800 las compañías españolas que exportan allí. Somos el tercer inversor mundial, sólo por detrás de EE.UU. y Gran Bretaña, pero por delante de Alemania, Japón o China. Y con una presencia más que destacada en sectores clave. Telefónica es propietaria de Vivo, la compañía que lidera el mercado de las telecomunicaciones por ingresos y finanzas, con un 33 por ciento del mercado. Santander está en el grupo de cabeza de la Banca junto con Itaú y Bradesco. Con unos resultados económicos espectaculares, la filial de Iberdrola Neoenergia es la segunda distribuidora de electricidad, con presencia 19 de los 27 estados. Abertis es la mayor operadora de autopistas y Aena se ha convertido también en la firma privada más relevante en la gestión aeroportuaria. Repsol, por su parte, fue la primera firma española en operar en el gigante lusolatino, en una época de monopolio de Petrobras. La lista es casi interminable. El ajetreo de ejecutivos entre Madrid y Sao Paolo ha sido en todo este tiempo permanente, razón por la que Iberia llegó a tener, antes de la Covid, hasta tres vuelos diarios, casi siempre llenos.

Las relaciones políticas sufrieron claroscuros, aunque la realidad económica y cultural se impone a lo demás. En su primer mandato Lula promovió la enseñanza obligatoria del español en las escuelas. El ganador de las elecciones es gran amigo de España. Tanto que citó la importancia de nuestro país en su último debate con Bolsonaro. Brasil está rodeado de naciones que tienen al castellano como lengua. Con gran sabiduría, Frigdiano Álvaro Durántez ha promovido la idea del paniberismo o iberofonía, expresiones que surgen de lo que denominaríamos el «espacio ibérico». Con 215 millones de habitantes, Brasil es la nación más grande de esa Iberosfera que, sumados los países de habla portuguesa y española, engloba a 800 millones de personas de 33 naciones de todos los continentes, el 10 por ciento de la población mundial y el 20 por ciento de la superficie del planeta. Y es el primer bloque lingüístico, en la medida en que ambos idiomas son los únicos del mundo recíprocamente comprensibles.

La historia de Brasil también es la de España. Cabeza de Vaca desembarcó en la costa de Santa Catalina (actual Santa Catarina, con fama de tener las mujeres más bellas del mundo), y desde allí fue a Bolivia y Paraguay por Peabiru tras descubrir las Cataratas de Iguazú, dejar su huella en Pantanal, al sur del Mato Grosso, y toparse con el impresionante Mar o Laguna de los Jarayes. Los descubridores españoles pusieron nombre a localidades como Vitoria, Cáceres, Toledo, Cascavel, Santa Rosa, Santa Teresa… La mayoría de Rio Grande do Sul perteneció a la Corona hispánica. Quince millones de descendientes de españoles viven aún en el país. Y Brasil entero formó parte del Imperio español entre 1580 y 1640, años en los que los colonos portugueses aprovecharon para saltarse el Tratado de Tordesillas y expandirse hasta donde quisieron. Razón que explica en parte la grandeza territorial brasileña.