Unión Europea

¿Necesitamos un nuevo Pacto de Estabilidad?

Por desgracia, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, tan necesario para el adecuado funcionamiento del euro, lleva incumpliéndose desde su misma aprobación

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento es crucial para que la Eurozona pueda funcionar adecuadamente: es decir, resulta absolutamente crucial que los distintos Estados miembros se comprometan a mantener sus déficits y su endeudamiento público bajo control. Por un doble motivo. Primero, porque la política monetaria no puede ser realmente autónoma si los gobiernos se sobreendeudan: actualmente, por ejemplo, el Banco Central Europeo no puede subir con mayor contundencia sus tipos de interés (aunque juzgara necesario hacerlo para frenar la inflación) porque algunos Estado (como ocurre con España) están excesivamente endeudados, de modo que subir tipos pondría en riesgo la supervivencia de la Eurozona. Segundo, porque siendo la política monetaria única para todos los miembros de la Eurozona, cada país tan sólo cuenta con su política fiscal para estabilizar su situación macro (por ejemplo, bajando impuestos cuando hay una recesión), pero, para poder aplicar política fiscal en términos nacionales, se hace imprescindible que los Estados mantengan niveles bajos de endeudamiento, puesto que, en caso contrario, devendrían insolventes aumentando aún más su endeudamiento.

Por desgracia, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, tan necesario para el adecuado funcionamiento del euro, lleva incumpliéndose desde su misma aprobación: los socios comunitarios se lo han saltado a la torera y, sin embargo, la Comisión Europea nunca ha sancionado a ningún país. Ahora, los burócratas bruselenses pretenden reformar las condiciones del acuerdo para volverlo más eficaz. Planes individualizados por país (España tendría cuatro años para reducir su déficit y su endeudamiento público, ampliables hasta siete si el ritmo de ajuste es adecuado), sanciones más pequeñas y un proceso más automatizado para sancionar.

En principio, la reforma podría ir en la buena dirección: acaso hasta ahora no se haya sancionado nunca a ningún país porque la sanción era demasiado elevada y nadie se atrevía a llegar hasta ahí. Además, también tiene sentido que el proceso de ajuste se adapte a las condiciones heterogéneas de cada economía nacional en lugar de hacer un traje común para todas. Lo importante es que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se cumpla y que el sobreendeudamiento de tantos miembros del euro se reduzca. Y el problema puede ser precisamente éste: que la Comisión esté reformándolo para ganar tiempo y seguir inaplicándolo, para seguir huyendo hacia delante con nuevos marcos regulatorios. Con alta inflación, el momento de la austeridad fiscal es ahora.