Carles Puigdemont

Mucho ojo don Carles, que huele a trampa

Se ve venir: Sánchez camino de las urnas con Puigdemont en la cárcel. Imbatible

Es cierto que las suaves tardes invernales de Cadaqués o de Arenys de Mar no tienen nada que ver con las de Waterloo, donde el sol es un bien escaso, las noches duran 16 horas y una maldita llovizna lo empapa todo. De ahí que comprendamos perfectamente lo cuesta arriba que se le debe hacer a Carles Puigdemont la perspectiva de comerse otro invierno belga, que son las cosas que tienen los exilios, y que le entren las prisas de volverse a España en cuanto el BOE deje arreglado lo de la sedición, se ajuste el pequeño detalle de la malversación y pelillos a la mar con la desobediencia.

Pero yo refrenaría el impulso, que aún no es tiempo de calçotada, y con Sánchez lo más prudente es extremar las precauciones. Que conste que es la advertencia leal de alguien que, en su mismo caso, también se hubiera largado, que lo de las cárceles que parecen hoteles, que dice el vulgo, es una chorrada y si te ahorras unos años de celda, patio y noches de insomnio pues va de abono. Y, además, qué narices, de alguna forma tendríamos que agradecerle sus grandes servicios a la unidad de la nación española, que ahí andan los compañeros de viaje peleando como fieras para volver a lo autonómico, que, hágame caso, es donde se está bien, se gana pasta y no hay que ser una lumbrera. Mejor, cómprese un nuevo impermeable, de esos rojos, tan chulos y tan belgas, y aguarde a que las autoridades judiciales europeas se pasen por la piedra a la Justicia española, a sus altos tribunales y a sus prestigiosos jueces, que el Gobierno se lo ha puesto a huevo, y con las sentencias en la mano negocie un acuerdo de retorno que no pase por Soto o Can Brians.

Porque, a poco que le vaya mal a Sánchez, a poco que las encuestas se le tuerzan, y no digo nada si hay catástrofe en las municipales, me temo que su cabeza en una pica, figurada, es una baza de primera para darle la vuelta a la tortilla electoral. Lo estoy viendo: usted camino de la trena y todos los corifeos de La Moncloa, que son legión, proclamando que sólo Sánchez, el gran Sánchez, ha conseguido que se cumpla la justicia en su persona, no como esos torpes del PP, que no hicieron nada para evitar la ¿rebelión? ¿sedición? ¿travesura? en Cataluña. Ya sabrá usted, don Carles, que no tiene buen cartel entre los españoles, y que su captura, como la del pobre Roldán, serviría para blanquear el relato del Gobierno, ese que habla de la reconciliación y la vuelta al diálogo y a la concordia gracias a los indultos y a la desjudicialización, pero que obvia que, sin el palo del 155, el encarcelamiento de los sediciosos y las sentencias del Supremo, no habría habido migajas que tirar al separatismo.

Y, luego, están los propios. Porque me temo que nadie en Cataluña está dispuesto a jugarse el sueldo o la tranquilidad de la familia por usted. Iría camino de la trena, como fue Oriol Junqueras, mientras la mayoría de los catalanes seguiría a lo suyo, eso sí, con mala conciencia. Como cuando lo del 155, con todos los funcionarios cumpliendo la jornada laboral, que los bancos hipotecarios no entienden las servidumbres del derecho de autodeterminación. Y, además, recuerde usted que pertenece a un partido de derechas, muy nacionalista y tal, pero de derechas, y que, por lo que estamos viendo, es una circunstancia que justifica cualquier cosa que se le ocurra al Gobierno, si garantiza un poco más de Falcon. Se ve venir: Sánchez camino de las urnas con Puigdemont en la cárcel. Imbatible.