Pedro Sánchez

Midiendo los tiempos con maestría

Las negociaciones del Gobierno especialmente con Esquerra Republicana de Cataluña a propósito de la derogación del delito de sedición han requerido de una pauta digna de precisión cirujana

Que nadie se engañe, las concesiones al independentismo vía reforma «a la carta» del código penal y otras capitulaciones materializadas desde el Gobierno de Sánchez junto a sus socios del «Frankenstein» no tienen como objetivo la aspiración por perpetuarse un año más en La Moncloa sin sobresaltos, el más ambicioso objetivo va mucho más allá y para ser más exactos, se sitúa en apuntalar una mayoría parlamentaria suficiente que garantice el poder en la próxima legislatura si las derechas no consiguen sumar 176 escaños. Las negociaciones del Gobierno especialmente con Esquerra Republicana de Cataluña a propósito de la derogación del delito de sedición han requerido de una pauta digna de precisión cirujana hilvanando lo más importante, un relato convenientemente dosificado y modulado para garantizar el control de daños demoscópicos. Las que ya ahora se llevan a cabo para reducir a la mínima expresión el delito de malversación van a seguir el mismo camino que no es otro que el magistral truco ilusionista mostrando como normal, democrático, progresista y europeo lo que tan solo unos días atrás se reconocía como una barbaridad.

Con la reforma del código penal ligada al apoyo a los presupuestos Sánchez ha conseguido en la misma tacada evitarse el problema de tener que indultar a Griñán –ya bastará con la aplicación de la nueva normativa legal– además sumará a otros condenados por el escándalo de los ERES que previsiblemente habrían hecho el correspondiente ruido por quedarse fuera de la gracia del indulto y sumando-sumando se garantiza el nada despreciable crecimiento en Cataluña donde el PSC se acerca encuestas en mano a sus mejores datos históricos. Son hechos que tal vez vienen a explicar esa cierta tranquilidad que se percibe en el más cercano entorno monclovita de Sánchez, en contraste con la creciente inquietud de unos barones socialistas que ven tambalearse sus expectativas electorales –porque la amnesia ciudadana está por demostrar– y a los que no consuela que a Díaz Ayuso se le hayan abierto preocupantes vías de agua en Madrid en forma de batas blancas.

Sánchez será candidato a la reelección en las generales, disputará hasta el último voto para mantener su actual mayoría y si lo consigue será irrelevante el futuro político de Núñez Feijóo y otras miserias comparado con el nuevo concepto de la España post constitucional que se abriría –referéndum legal en Cataluña incluido– gracias a lo que ahora se negocia. Alguien ha sacado la caja de Pandora.