Tomás Gómez

Así de triste

Sánchez se ha acostumbrado a vender su alma al diablo para detentar el poder, pero cada vez son más costosos los pagos

Existe una enorme preocupación entre muchos ex dirigentes del PSOE y destacados responsables políticos actuales por la deriva que están teniendo las decisiones de Pedro Sánchez.

Los indultos a los condenados del Procés, la supresión del delito de sedición y, ahora, la modificación de la tipificación de la malversación, son decisiones de calado que se están tomado por vía rápida esperando que pase pronto el chaparrón.

Se han sobrepasado líneas rojas que nunca se hubieran sospechado y eso traerá consecuencias. A estas alturas nadie duda de que tales reformas han sido tuteladas por los dirigentes de ERC para su propio beneficio. Una forma sofisticada de corromper el sistema.

Sánchez se ha dejado usar a cambio de unos meses más en el Palacio de la Moncloa y, para los diputados que van a votarlas, es el precio a pagar para volver a estar en candidaturas futuras. Así de triste.

La razón de los cambios en las leyes es actualizar el ordenamiento jurídico a una realidad cambiante. Desde esa premisa, ya que en nuestra Democracia nunca se había intentado la segregación de un territorio desde las instituciones autonómicas, debería haber llevado al legislador a modificar en la otra dirección, es decir, a penalizar los intentos de segregación.

El Estado de Derecho solo dispone de la fuerza de la Ley para defenderse de los ataques, si se le desarma legislativamente es lo mismo que entregarlo a sus enemigos.

Sánchez gobierna con permiso del independentismo. No son los únicos dueños de la gobernabilidad, Podemos se hace valer cada vez que puede y prueba de ello es la subordinación del PSOE a la controvertida Ley Trans.

Sánchez es el presidente más débil que haya habido aunque se afane en mostrar lo contrario. Por eso exhibe votaciones parlamentarias que gana por mayoría holgada y ha tomado como prueba de su fortaleza la decisión de mantenerse en el poder hasta el último minuto de la legislatura.

Pero una cosa es el marketing monclovita y otra bien distinta es la realidad. Sánchez se ha acostumbrado a vender su alma al diablo para detentar el poder, pero cada vez son más costosos los pagos.

No han terminado las exigencias de ERC, ni tampoco existen límites a las cesiones que Sánchez está dispuesto a hacer. El PSOE es el responsable de sus gobiernos, por esa razón, muchos militantes se están planteando la conveniencia de que Sánchez siga  al frente.