Economía

Calviño, Premio Nobel de Economía

«La situación actual es una ficción, con el BCE y el colegio de comisarios como marionetas de Francia y Alemania»

La euforia gubernamental sobre los datos de empleo me parece excesiva. No me sorprende, porque los políticos están en modo electoral. Nos tendremos que acostumbrar a este tipo de análisis voluntaristas. Nada me gustaría más que España fuera el ejemplo mundial de una gestión económica brillante y que las grandes universidades nos tuvieran como referencia en el estudio de la macroeconomía. Si fuera cierto, no hay duda de que Nadia Calviño merecería el Premio Nobel de Economía. Por supuesto, la oposición realizó una lectura diametralmente opuesta. La economía española está dopada, como sucede en el resto de los países de la UE. La no aplicación de la regla de gasto está permitiendo un endeudamiento impresionante para hacer frente a la crisis inflacionaria. No es una fórmula mágica, sino la asunción de un riesgo futuro a la espera de que en los próximos años se produzca un fuerte crecimiento. Es la diferencia con respecto a la crisis de deuda soberana que provocó una situación catastrófica que tuvieron que afrontar los gobiernos de Zapatero y Rajoy. La UE optó entonces por la austeridad y la amenaza de los «hombres de negro».

Es muy poco riguroso comparar lo que sucede ahora con la herencia que tuvo que afrontar el PP al ganar las elecciones en 2011. No hay que ser un gran economista para entender que las cifras de empleo y la prima de riesgo serían inasumibles si no tuviéramos la desmedida ayuda del BCE. El ritmo de endeudamiento es espectacular y tendremos, además, los fondos europeos para impulsar la actividad económica. Otros indicadores, empezando por la inflación, son muy inquietantes, pero es cierto que afectan a nuestros socios con mayor o menor intensidad. La situación actual es una ficción, como en la película «Avatar», con excelentes efectos especiales y un guion diseñado e impuesto por los gobiernos europeos al BCE y al colegio de comisarios que son meras marionetas al servicio de Francia y Alemania. La economía española tiene graves problemas estructurales que no se resuelven con los presupuestos más expansivos de la Historia. Es un error ignorar las profundas debilidades que provocan las tasas de paro, la inflación subyacente, el gasto público descontrolado, la ausencia de reformas y el dopaje de nuestro modelo de crecimiento.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).