Fitur

Sánchez tocando las bolas (de petanca)

Lo vimos jugando a la petanca con unos jubilados de Coslada. España es el atrezzo del sanchismo y todo lo que pasa a su alrededor sucede para su lucimiento

Apunté en mi cuaderno que andaba en Fitur Pedro Sánchez, que es un Fitur en sí mismo. Allí se hacen muchos negocios y después va la gente de la calle no sé muy bien a qué, pero hacen como si visitaran países que en realidad son un stand y se llevan los llaveros, los paraguas y los folletos de recuerdo como si fueran auténticos recuerdos. Hubo un tiempo en que iba mucho a las ferias de turismo a trabajar y viajaba por Europa y me iba hasta Berlín a meterme en el stand de El Puerto de Santa María lo que producía en mí una fantástica dislocación. En aquellos viajes tenía la oportunidad de observar a la gente que visitaba las ferias de turismo pararse maravillados delante de stands de Hawái y sitios a los que no viajarían en su vida, un poco como los del pueblo iban al salón erótico a ver una teta inalcanzable.

Luego están los trabajadores de las ferias, que son animales como de las alturas capaces de sobrevivir a las condiciones más extremas. Lo han visto todo. Recuerdo a un venenciador y a un cortador de jamón del stand de Andalucía con los que coincidimos en Alemania y cogimos una pajarraca importante. Y están los políticos, que van a Fitur rodeados de diputados, secretarios de Estado, asesores y concejales que caminan muy juntos para aparecer en el marco de la foto de los periódicos regionales de cada cual. Sánchez lleva detrás un buen rebaño y cuando va por los pasillos parece que van a estallar de concejales y jefes de gabinete, de presidentes de comunidades autónomas y de alcaldes que viajan a Madrid a declarar lo bonito que es su pueblo en ruedas de prensa a las que solo acuden periodistas de ese pueblo y no se entera nadie más. A esto, Jorge San Miguel y Pedro Herrero lo bautizaron como «estructuras autoportantes» y es bello observarlas como se mira la catedral de Santiago.

Escucho al presidente sacando pecho en Fitur de que Emmanuel Macron se había sorprendido de la gastronomía española. Yo creo que si el mandatario francés se ha sorprendido de que estuviera rica la comida en España, está diciendo que antes pensaba que estaba mala.

Sánchez en Fitur; presumir sobre lo presumido. El otro día lo vimos grabándose uno de esos vídeos con apariciones de su etérea persona. Se hacía carne junto a Salvador Illa comprando libros y resaltando «el placer que supone perderse en una librería». Es lo que dicen los que no pisan las librerías como cuando la gente en el currículum apunta que sus aficiones son el cine, leer y viajar, y es señal inequívoca de que en lo que gastan su tiempo de ocio es en ponerse hasta las manillas de MDMA en un áfter. Con el presidente sucede también que cuando le regala un libro a Illa diciéndole que es muy bueno, algunos pensamos que no se lo ha leído, pero se supone que al ver a Sánchez en una librería, España cree que lee mucho. No sé.

Después lo vimos jugando a la petanca con unos jubilados de Coslada. España es el atrezzo del sanchismo y todo lo que pasa a su alrededor sucede para su lucimiento. Al margen del cálculo electoral, resulta indudable el estilo del presidente en la petanca: cómo deja volar la esfera metálica con gracilidad y precisión, casi acariciándola con las yemas de los dedos. Aquí sucede un consenso inesperado entre sanchistas y antisanchistas: Sánchez toca las bolas como nadie; las bolas de petanca, como es natural.