Cataluña

El apaciguamiento de Cataluña

La experiencia de la cárcel y que te metan mano en la cartera paran cualquier insurrección

Pedro Sánchez atribuye la aparente pacificación de Cataluña a su política dialogante, sus concesiones a los dirigentes catalanes condenados por insurrección y lo que llama «desjudicialización» del proceso independentista. Desde la oposición le responden que con estas concesiones a los cabecillas de la revuelta y los cambios en el Código Penal ha dejado al Estado desprotegido, casi al pie de los caballos, ante nuevos embates. Estos, por desgracia, son previsibles por lo que manifiestan los indultados, que no renuncian a sus planes secesionistas tan pronto como las circunstancias se lo permitan. Ahora dan un paso adelante y exigen ir preparando el terreno para el referéndum de autodeterminación. Puede que se conformen, de momento, con un referéndum, perfectamente legal, para aprobar el nuevo Estatuto que recupere, ahora que el Tribunal Constitucional es propicio, los recortes que le hizo en su día el mismo Tribunal y que dieron pie a todo el alboroto.

No admite discusión que se ha producido un cierto apaciguamiento en la comunidad catalana, aunque no se sabe si provisional o de largo alcance. Sánchez y sus seguidores más entusiastas lo apuntan en el haber del sanchismo. Pregonan a todas horas que Cataluña está mucho mejor que con Rajoy, dónde va a parar. La respuesta de los populares no se ha hecho esperar. Saben que la política catalana de Pedro Sánchez tiene una considerable influencia electoral en el resto de España. También en Cataluña, donde los socialistas se las prometen ahora muy felices. Y no quieren dejar ningún cabo suelto. En el Partido Popular atribuyen la distensión catalana justo a todo lo contrario: a la fortaleza del Estado, con el histórico mensaje del rey Felipe VI, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y el procesamiento y condena de los insurrectos. La experiencia de la cárcel y que te metan mano en la cartera paran cualquier insurrección. En este caso, el distinto papel de los encarcelados y los huidos ha provocado además desavenencias irreparables entre ERC y los otros, que han frenado el movimiento separatista. El «procés», como se conoció, está agotado y en la población hay un evidente cansancio de la política ruidosa e inútil de los últimos años.

Como se ve, las posturas no pueden estar más enfrentadas. Se presentan irreconciliables, y más en año electoral. Uno se acuerda del Cándido de Voltaire. «Todo está bien, todo va bien, todo va lo mejor posible». Eso dice Pedro Sánchez. Y le responde Alberto Núñez Feijóo: «Todo está mal, todo va mal, todo va lo peor posible». ¿Alguien es capaz de atar estas dos moscas por el rabo?