El trípode

A 85 años de otro 1º de Abril

El lenguaje político «frentista» se ha adueñado de la política generando un clima de crispación política que se consideraba arrumbada en España con la Constitución de la Concordia de 1978

Se cumplen hoy exactamente 85 años de aquel 1º de abril de 1939 en el que un comunicado manuscrito de Franco, con membrete del Estado Mayor de su Cuartel General, daba por terminada la guerra, anunciando que «En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado». Con su firma, en Burgos y fechado en tal día como hoy, terminaba una guerra civil entre dos bloques de españoles, que se había agudizado tras la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931. Aquella constitución sancionó legalmente las «dos Españas» integradas por quienes eran de «derechas y católicos» por una parte y los contrarios por la otra, bloques que acabarán de forjarse cuando las izquierdas no aceptaron el triunfo electoral de «las derechas» en 1933, promoviendo un sangriento golpe de Estado revolucionario en octubre de 1934. Establecido un Frente Popular para las elecciones de febrero de 1936, tras un pucherazo electoral, asumió el poder en un clima de violencia política y social sin precedentes, que cuatro meses después desembocaría en la trágica guerra civil.

No se trata de escribir sobre un acontecimiento que figura en los anales mundiales como uno de los que disponen de la más extensa bibliografía de la Historia, sino de recordar lo sucedido ya que algunos parecen empeñados en reescribirla, …para ganarla ahora. No es ocioso en absoluto, poner de manifiesto que en la actualidad está «gobernando» en España una coalición de partidos con apoyos parlamentarios que reproducen exactamente los integrantes de aquel desdichado Frente Popular de 1936. El lenguaje político «frentista» se ha adueñado de la política generando un clima de crispación política que se consideraba arrumbada en España con la Constitución de la Concordia de 1978, reafirmada con nuestra integración, en lo que hoy es la UE, en 1986. Basta constatar que los protagonistas de aquel PSOE socialdemócrata de la Transición hoy critican duramente la deriva frentepopulista del sanchismo que lo hace irreconocible de aquel PSOE, asimilándolo al de Largo Caballero, su secretario general orgulloso de ser conocido como el «Lenin español». Tan cierto es que la España y Europa actuales no son las de aquellos años, como que «todo pueblo que olvida su Historia está condenado a repetirla». El sanchismo no la ha olvidado en absoluto, sino que la quiere reescribir a su gusto, y hacerla obligatoria por mandato legal con sus leyes de antimemoria, tan antihistóricas como antidemocráticas. Y mientras, dirigentes europeos avisan de que hay que prepararse para una guerra. Aquí, algunos parecen querer otra civil.