Mirando la calle
Abandonar para ganar
«No hay mayor dificultad para cualquiera que la de irse cuando toca, de un trabajo, una relación o incluso una reunión social»
Siento mucho que el tándem Nadal/Alcaraz no haya resultado como esperábamos. Creímos que juntando a dos titanes, conquistar el universo sería sencillo. Pero los partidos de dobles tienen sus propias reglas y profesionales. Y Rafa y Carlos son dioses a solas, pero no necesariamente en compañía de otros. Me olvido de Alcaraz, que está empezando su gloriosa carrera y reflexiono sobre Nadal. El más grande de nuestros deportistas de todos los tiempos. Tiene 38 años, un palmarés deportivo inigualable y más de trescientos millones de patrimonio repartidos en varias empresas diversificadas en el mundo de los complementos alimenticios, las inversiones inmobiliarias e incluso la hostelería y las producciones televisivas, además del logro personal de haber creado una academia de tenis en su Manacor natal, con la que sueñan los chicos y chicas con talento tenístico de todo el planeta. Pero también cuenta con toda suerte de lesiones acumuladas en una vida deportiva vivida con la máxima intensidad: Lesión abdominal, tendinitis en la rodilla izquierda, fisura en el codo derecho, lesión en la rodilla derecha, fisura de costilla, pinchazos en el psoas ilíaco, inflamación de la vaina de la muñeca izquierda, desinserción de la vaina de la muñeca derecha, rotura abdominal, tendinitis en ambas rodillas, fractura del pie izquierdo, síndrome de Müller-Weiss (al menos en dos ocasiones), lesión en el psoas ilíaco, rotura del tendón rotuliano izquierdo… Y seguramente muchas otras, de menor gravedad, que no han trascendido. Rafa se ha desvencijado una y mil veces y lo ha dado todo para conseguir los máximos éxitos posibles en una carrera impecable.
Y yo me pregunto ¿era imprescindible que compareciese en estos Juegos Olímpicos con el físico maltrecho? No es que la leyenda de su éxito se vaya a eclipsar tras una derrota a dos; pero al igual que los políticos deberían saber retirarse a tiempo (que siempre es una victoria), los deportistas demostrarían más sabiduría si supieran cuándo hacerlo. No hay mayor dificultad para cualquiera que la de irse cuando toca, de un trabajo, una relación o incluso una reunión social. Y eso que todos, incluido Nadal, sabemos que, a veces, para ganar, es preciso abandonar.
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