Biblioteca Harley-Davidson

Con amigos como esos

Muchos españoles huirían velozmente del concepto de república si la presidiera Colau, pero no le harían ascos si la presidiera Felipe VI de una manera vitalicia

No creo que haya un concepto político que se haya devaluado más en España que el concepto de República. En principio parecía un modelo teórico razonable que, desgraciadamente, estaba ya tan manchado con la misma sangre y mierda que todas las banderas y las formas de poder del mundo. Tras la Transición, y antes de entrar en el siglo veintiuno, parecía que el concepto podía tener utilidad como abstracción, en el sentido de que fuera el punto de mira utópico de un horizonte de organización administrativa al que adaptaríamos con pragmatismo la realidad del país.

Pero, tras llegar en las últimas décadas a la política los fanáticos del republicanismo superficial, ¿quién va a querer apuntarse a una república cuando los que defienden esa idea entre nuestros representantes políticos son precisamente quienes hacen gigantescos ridículos metiendo la pata cada vez que acuden a un acto o diciendo unas tonterías delirantes cuando abren la boca? Son ya clásicos los patinazos de la alcaldesa de Barcelona que desde su narcisista incontinencia verbal muestra una ignorancia estremecedora y una falta de preparación notable para manejarse con los fundamentos más básicos de la Cultura y la Historia. También han sido llamativos los momentos de sonrojo que ha tenido que pasar el presidente regional catalán cuando se ha visto obligado a adoptar posiciones dobles (una cosa y la contraria) para mantenerse en el poder. Con amigos como esos, el republicanismo no necesita enemigos. Obsesionarse además con hacerle bullying al monarca, hace que instintivamente el público piense que, si lo acosan tal pandilla de gnomos torpes, algo bueno debe tener el muchacho. Al final, uno tiene la sensación de que muchos españoles huirían velozmente del concepto de república si la presidiera Colau, pero no le harían ascos si la presidiera Felipe VI de una manera vitalicia.

Aunque, bien mirado, eso es, en cierto modo, algo parecido a lo que, por suerte o por sentido común, ya tenemos.