Y volvieron cantando
Anémica legislatura. Larga legislatura
Dando por hecho que el Gobierno ya trabaja bajo el plan B de un panorama sin Presupuestos Generales en el nuevo año las energías se volcarán en lo más parecido a la aplicación del manual de resistencia sanchista
Se nos ha despachado en esta recta final del año el prófugo Puigdemont y socio ocasional al que nunca renuncia Pedro Sánchez con un elenco de declaraciones, de esas en las que uno se ve puntualmente obligado a «sacar la patita» augurándole al presidente del Gobierno, de no acceder a sus últimas ocurrencias –léase moción de confianza– una legislatura corta y de todo menos indolora. Dando por hecho que el Gobierno ya trabaja bajo el plan B de un panorama sin Presupuestos Generales –y está por ver si Junts cumplirá su amenaza conociendo su demostrado tacticismo cortoplacista– en el nuevo año las energías se volcarán en lo más parecido a la aplicación del manual de resistencia sanchista o lo que es igual, a preparar las barricadas contra la avalancha judicial que se avecina por varios frentes, a sacar adelante puntuales iniciativas parlamentarias, a vender humo desde la mesa del Consejo de ministros y sobre todo a aguantar en la aldea de Astérix, a la que cada vez más se va pareciendo La Moncloa. Pero sobre todo y ante todo, por mucho que el país se vea abocado a ser gobernado solo a golpe del automatismo en los servicios generales, el objetivo es aguantar el máximo, a ser posible rondando el final de legislatura y sobre todo confiando en esos golpes de suerte y giros de timón de última hora a los que tanto ayudan los errores de la derecha para voltear las encuestas confiando en ese hecho tan demostrado que es la amnesia de una ciudadanía inmersa en un maremágnum de información que hace que lo ocurrido hace dos semanas por grave que resulte acabe cayendo en el olvido. Confiar en definitiva en un nuevo escenario similar al de julio del pasado año con una noche electoral en la que los derrotados calculadora en mano festejaron la victoria y el ganador entiéndase Núñez Feijóo tardó semanas en despojarse de la cara de Buster Keaton.
Sánchez tiene ya lo que quería de sus socios del Frankenstein Puigdemont a la cabeza, una investidura conseguida a golpe de inmoral amnistía al separatismo que le blinda sencillamente hasta que él quiera por obra y gracia de la imposibilidad de ver a Junts votando junto a PP y Vox una moción de censura que desalojaría de La Moncloa a la mayor bicoca en la historia del separatismo. Ergo, larga legislatura.
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