Insensateces
La balanza
El caso ni siquiera es del fútbol solamente. Este asunto nos concierne a todos. A toda una sociedad y a un sistema que no ha entendido que las mujeres hemos venido para quedarnos en el mismo lugar que los hombres
Contemplo con tristeza que el caso del detenido en Dos Hermanas por intento de violación sirva para minimizar lo de Luis Rubiales. Como si una circunstancia pueda hacer mejor a la otra, como si el clamoroso fallo en la Ley del sólo sí es sí sirviera para callar bocas en el caso del Presidente de la Federación Española de Fútbol. Vamos a decirlo otra vez por si hay en la sala algún despistado: la Ley de la Ministra Montero es una chapuza que está permitiendo que, tipejos como este detritus que ha vuelto a tratar de delinquir, se salgan antes con la suya. ¿Queda claro? ¿Queda claro que no nos parece una nimiedad, que sabemos distinguir? Bien, volvamos al asunto Rubiales, que es el que tiene debate. Tiene debate porque ni él se ha enterado de lo que ha pasado, ni comprende, ni entiende la trascendencia de su comportamiento (no sólo en la celebración de la final, en los días posteriores y en buena parte de su gestión) sino que los hay que continúan poniéndose de perfil. Un montón de futbolistas de Primera División, Clubes de Primera División, y personalidades del mundo de fútbol a los que esto se la está sudando muy fuertemente. O que incluso se han puesto al lado de Rubiales con el argumento de que es un buen gestor. Como si la vida consistiera en un balance, como si una cagada monumental pudiera olvidarse por no sé qué méritos, bastante cuestionables, por cierto. Véase Luis Enrique, al que me he empeñado en tener cariño y se me va por la gatera el cariño todo el rato. Ayer, aún con el estupor del comunicado nocturno de la RFEF, con la sensación de mano blanda de la comparecencia del CSD, resulta que va la FIFA y suspende temporalmente al de Motril de toda actividad relacionada con el fútbol durante noventa días. La FIFA, esa máquina de lavar dinero y culpas, viene al rescate. Paradojas de la vida. Miren, el caso de Jenny no es el de la jugadora y un tipo tabernario sin desasnar. El caso ni siquiera es del fútbol solamente. Este asunto nos concierne a todos. A toda una sociedad y a un sistema que no ha entendido que las mujeres hemos venido para quedarnos en el mismo lugar que los hombres. Despierten ya, carajo.
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