Letras líquidas
Bandos
La degradación y brutalidad en circunstancias extremas ha sido una constante a lo largo de la historia
Simone Weil llegó a España a comienzos de la Guerra Civil. Como otros muchos intelectuales de la época, su ideal de justicia la llevó a empotrarse en el Grupo Internacional de la Columna Durruti y, movida por la máxima de que «pensar es actuar», participó en la contienda en primera línea de fuego. Pocas semanas después de su llegada, sin embargo, la firmeza de sus convicciones se diluía por las decepciones de la realidad. Y, tras resultar herida, abandonó el campo de batalla. Ya retirada, mantuvo correspondencia con Georges Bernanos, escritor en sus antípodas ideológicas, pero con quien coincidía en la necesidad de abjurar de la violencia como vía legítima para la defensa de cualquier principio. Conocemos la evolución del pensamiento de Weil por «La columna» de Adrien Bosc, «no hay causa justa que no ensuciemos por querer hacer que triunfe», y el rechazo a esta lección sigue siendo la trampa por la que se deslizan los fanáticos que, aferrados a una trinchera, retuercen argumentos para ahondar diferencias y afianzarse en la negación permanente del otro.
Hace casi un mes, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos condenó las graves violaciones sexuales presuntamente cometidas por militantes de Hamás durante sus ataques en Israel el pasado 7 de octubre: «Estamos alarmados por los numerosos testimonios de atrocidades por cuestión de género», lamentaron. Hace apenas unos días, también la ONU pidió a Israel el fin de las «ejecuciones extrajudiciales y la violencia de los colonos» supuestamente cometidas en Cisjordania contra la población palestina. Y la conjunción de ambos relatos confirma que cualquier argumento o motivación que derive en un comportamiento violento queda pervertida sin excepción alguna. La degradación y brutalidad en circunstancias extremas ha sido una constante a lo largo de la historia porque, aunque insistamos en la modernidad de la polarización y en que es un fenómeno muy de nuestro tiempo, bandos ha habido siempre.
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