Sin Perdón

La batalla de las elecciones vascas

«La culminación de la agenda radical de Sánchez pasa por gobernar el País Vasco con Bildu y Cataluña con ERC»

El PNV tiene un grave problema de envejecimiento ante las próximas elecciones vascas. Con la contundencia que caracteriza al poderoso aparato del partido, Ortuzar ejecutó a Urkullu sin que le temblara el pulso. Es algo tradicional y es la marca de la casa. Lo único que importa es el futuro del PNV. Hay que tener en cuenta que el nacionalismo es un enorme pesebre que da de comer a muchos «patriotas», como sucede en Cataluña, que viven desde hace décadas de las diferentes instituciones. Una vez finalizada la carrera universitaria se incorporan, como buenos parásitos políticos, en los ayuntamientos, las diputaciones forales o el gobierno autonómico, así como en el aparato empresarial público o del partido. Es algo habitual en la política española y que contrasta con lo que sucedía en los primeros años de la Transición. Es la profesionalización en el peor de los sentidos. Urkullu recibirá su recompensa, como es habitual, y gozará del estatus de exlendakari. Le sucede en la candidatura un hombre de partido que será la marioneta de Ortuzar y del EBB, que es lo único que cuenta para hacer carrera. Es lo habitual, también, en el resto de los partidos. Lo más importante es la fidelidad al aparato.

El peligro para el PNV es Bildu. Sus dirigentes saben que no se pueden fiar de Pedro Sánchez, porque está en su naturaleza, tal como lo ha reconocido, mentir, que es, simplemente, un cambio de opinión. Ortuzar y las huestes del tractor saben que no hay una mayoría alternativa, ya que no pueden votar con Vox. Es una paradoja curiosa, porque Ortuzar es tan de derechas como Abascal. Lo único que les diferencia son los matices de su fervoroso nacionalismo. El primero es vasco y el segundo español. Por supuesto, son muy de derechas, por utilizar la terminología de los pijoprogres mediáticos. Esta debilidad de Ortuzar hace que Sánchez sepa que no peligra su gobierno, aunque sea una montaña rusa. La culminación de su agenda radical y frentista pasa por gobernar el País Vasco con Bildu y Cataluña con ERC. Ortuzar y Puigdemont serían los tontos que habrían pagado la fiesta de su reelección.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)