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El trípode

En Bilbao, cantando en árabe la Internacional

El sanchismo actúa de hecho como un mero lobby político para mantenerse en el poder con una carencia absoluta de los valores y principios que se les supone deben poseer quienes tienen en sus manos esa tan elevada responsabilidad

No es una buena decisión incorporarse a formar parte de la ya elevada cantidad de conciudadanos sumidos en el “síndrome de la rana”, ante la situación política que atraviesa España, con el sanchismo al frente del gobierno. Ello por cuanto supone pagar un precio inasumible para el presente y futuro de España y la democracia, y que debe evitarse. Así que es conveniente reiterar lo que significa el tener a un auténtico Frente Popular instalado al frente del Poder Ejecutivo del Estado. Denominarlo como un Frente Popular no es una licencia literaria ni tampoco mera retórica, sino que es una exacta definición de su realidad: una coalición social comunista apoyada en unos aliados parlamentarios que son los sucesores políticos de ETA, y unos partidos nacionalistas que desde el gobierno de la Generalitat de Cataluña promovieron un golpe de Estado para separar a los catalanes del resto de España. Y cuyo máximo responsable es un huido de la Justicia residiendo en Waterloo al que rinden pleitesía emisarios del inquilino de la Moncloa para que le siga permitiendo residir ahí. Para lo cual, y sin mediar el más mínimo arrepentimiento de los responsables de aquella conducta -sino todo lo contrario, ya que encima proclaman su voluntad de “volverlo a hacer”-, Sánchez los ha indultado primero, para amnistiar a continuación a los fugados, ya que al no haber podido ser juzgados y condenados tampoco podían ser indultados. En una compraventa de sus votos sin precedentes desde la Segunda República, cuando el anterior Frente Popular indultó en 1936 a los responsables del golpe del 6 de octubre de 1934 contra el gobierno republicano “por ser de derechas”, y precedente destacado de la guerra civil. El resumen de todo ello es que el sanchismo actúa de hecho como un mero lobby político para mantenerse en el poder con una carencia absoluta de los valores y principios que se les supone deben poseer quienes tienen en sus manos esa tan elevada responsabilidad, al servicio de procurar el bien común de los españoles y salvaguardar el interés general de España. ¿O acaso alguien puede creer (con rectitud de intención y honradez intelectual) que a Otegi y Puigdemont les interesa o preocupa algo el bien común de los españoles? Obviamente nos referimos a ciudadanos españoles no separatistas ni admiradores de ETA. Un ejemplo de lo que significa que España esté en esas manos lo han dado los seguidores de Otegi estos días con una manifestación en favor de los palestinos de Hamas -los palestinos de Cisjordania no son de esa Organización terrorista-, en la cual nada menos que se cantó por las calles de Bilbao la Internacional en árabe.