El trípode
Entre el bombardeo de Irán y Sánchez
Es evidente que a Sánchez la única seguridad que le interesa es la de poderse mantener en la Moncloa
La entrada directa de EEUU en la guerra entre Israel e Irán es un salto cualitativo del conflicto que no por anunciado es menos arriesgado para la paz en la región y a nivel internacional. Debe quedar claro que el régimen islámico iraní con el arma nuclear en su poder sería un peligro incuestionable para la seguridad mundial en la medida en que no oculta su firme voluntad de acabar con el Estado de Israel y «echar a los judíos al mar». Es la permanente reivindicación que desde su creación en 1948 han repetido los dirigentes de los regímenes más radicales de la zona, que ya le declararon la guerra inmediatamente y perdieron en 1949. Desde entonces, el Oriente Próximo ha sido un polvorín que ha estallado en continuas y sucesivas ocasiones. La guerra de 1956 tras la nacionalización del Canal de Suez por el egipcio Nasser fue su inmediata ocasión. La «guerra de los Seis Días» de junio de 1967 y su revancha del Yom Kippur de octubre de 1973 marcarán el comienzo de un nuevo escenario de paz con sus vecinos. Pero serán las diversas milicias chiitas –opuestas al mayoritario Islam Sunita– con los hutíes en el Yemen, Hezbolá en el Líbano y Siria y Hamás en Gaza, todas ellas apoyadas por Irán, quienes tomaron el relevo bélico contra Israel. EEUU es el principal aliado de Israel, junto al Reino Unido, Francia, y Jordania, mientras Rusia y China lo son de Irán. En línea con la estrategia de Trump, este ataque pretende ser una seria advertencia al régimen de los Ayatolás para negociar un auténtico acuerdo de paz sobre la base innegociable de renunciar al arma nuclear. Esta semana se celebra en La Haya una Cumbre de la OTAN donde el rearme militar de la UE para cofinanciar la Alianza Atlántica y con el compromiso de llegar a un 5% del gasto en Defensa es una exigencia de EEUU. El actual Frente Popular con un Sánchez asediado por la corrupción ha decidido cerrar filas con sus socios comunistas oponiéndose frontalmente a Trump en esa medida, lo que va a provocar un espectáculo político digno de mejor causa. Estar en contra de ese porcentaje de gasto no excluye asumir que la solidaridad europea exige incrementar nuestra actual contribución a la seguridad europea como solidaridad entre los 27 Estados de la UE. Pero es evidente que a Sánchez la única seguridad que le interesa es la de poderse mantener en la Moncloa, lo que exige asumir las exigencias de quienes le mantienen allí entre las cuales su «pacifismo» es tan cierto como su verdadero compromiso en la «lucha contra la corrupción». Y hoy, Ábalos y Koldo en el Tribunal Supremo.