
Y volvieron cantando
El camino de Vox
Vox se encuentra en su encrucijada, pero el horizonte que se atisba no tiene precisamente piel de cordero
Que Vox es una formación política llegada a la política española no precisamente para estar de paso sino para quedarse es ya una evidencia ampliamente asumida incluso por la derecha más moderada del PP, abocados al pacto inevitable con los de Abascal mientras no se consiga la reconquista del espacio como ha ocurrido en las comunidades de Madrid o Andalucía. Es también una evidencia que comparar a Vox con otros extremismos resulta como poco irrespetuoso con nuestra historia reciente. Vox fue carne de la misma carne de los populares y eran sus dirigentes los que cada mañana en el País Vasco tenían que asomarse a mirar los bajos de su automóvil antes de salir a trabajar, mientras otros hoy convenientemente blanqueados eran los que hacían la llamada para la colocación del explosivo. Pero Vox se encuentra en este punto de su trayectoria y en el actual contexto político en una tesitura que les obliga a definir consigo mismos qué quieren ser de mayores y aquí todos los caminos, para desgracia de eso que llamamos responsabilidad de estado desde la moderación vienen a confluir en la senda principal de la mayor autoafirmación con los postulados de un populismo ultraderechista, que en Europa ha ido abandonando la primera ministra italiana Meloni, auténtico referente comunitario aunque no guste a los socialistas Sánchez y Scholz y que tiene al ultra húngaro Orbán, a la liga del italiano Salvini y a la reagrupación nacional francesa de Le Pen como cabezas visibles en el Parlamento europeo.
Abascal ha optado por la vía dura frente a la continuidad de su idilio político con Meloni y eso acarreará en el plano inmediato síntomas poco gratificantes para el pactismo y la búsqueda de acuerdos incluso dentro del bloque de la derecha en nuestro país. Vox -que recientemente amenazaba con la ruptura de sus acuerdos autonómicos con el PP- parece haber detectado un caladero de descontento en España similar al de Francia en cuestiones como la inmigración y sencillamente han colegido que pescar en esas aguas es más rentable que involucrarse en pactos con los populares con el consiguiente riego de que sean estos, desde la gestión, quienes acaben fagocitando a un partido nacido de la indefinición en los primeros tiempos de Rajoy al frente del gobierno. Vox se encuentra en su encrucijada, pero el horizonte que se atisba no tiene precisamente piel de cordero.
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