Historias del mundo
Castigo ejemplar
«Tras pegarle un par de gritos, la comensal le tiró la comida, ardiendo, a la cara»
Era un día más de trabajo para Emily Russell, de 26 años. Tras cuatro años en la cadena de comida rápida Chipotle en Parma, Ohio, pensaba que ya lo había visto todo. Pero no. Había una clienta muy agresiva balanceando el plato que había pedido (un tazón con todos los ingredientes de un burrito). Russell, para defender a una compañera de tan sólo 17 años, rehizo su comanda hasta en dos ocasiones. Incluso añadió ingredientes extra para tratar de contentarla. Pero en la última ocasión, tras pegarle un par de gritos, la comensal le tiró la comida, ardiendo, a la cara.
Como había sido tan exagerada y notoria, varios clientes grabaron en vídeo la vergonzosa escena. Russell, con la cara quemada y la conmoción, siguió trabajando pues no había nadie que pudiera relevarla en el turno. Llegó manchada y con la cara escocida cuando por fin pudo acudir a emergencias. Un mes después dejó Chipotle. Ahora ha encontrado un nuevo empleo, aunque sigue sufriendo las secuelas del arrebato.
Mientras, la Policía recibió una llamada del 911 y se personó en el domicilio de la violenta clienta: Rosemary Hayne, de 39 años. No pudo ocultar los hechos. Las tremendas imágenes de los móviles hablaban por sí mismas.
Este mes se ha celebrado el juicio contra Hayne. El juez del Tribunal Municipal de Parma, Timothy Gilligan, la condenó a 180 días de cárcel (90 suspendidos por ser la primera sentencia) por un cargo de agresión. De nada sirvió que la furibunda clienta intentara escudarse en que el mismo plato, dos semanas antes del incidente, no tenía nada que ver: «Era repugnante», se defendió Hayne. Pero el juez se mostró firme : «Apuesto a que no estará contenta con la comida que le van a dar en la cárcel».
Luego, en un alarde salomónico, ofreció a Hayne la posibilidad de reducir su pena si a cambio trabajaba en un restaurante de comida rápida. Le perdonaría 60 días de prisión si hacía 20 horas semanales durante dos meses. La clienta aceptó los 30 días en la trena y prometió conseguir ese empleo de camarera.
El magistrado contó después al canal local WJW que estaba consternado por las acciones de la acusada y dictó una sentencia que le sirviera de lección. «¿Por qué deberían los contribuyentes de la ciudad pagar por ella y alimentarla durante 90 días en la cárcel si puedo enseñarle el significado de la empatía?» Esperemos que Hayne no tenga la mala suerte de toparse con algún cliente como ella.
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