La situación

El «centramiento» del PP

«Con Feijóo ha llegado una novedad: asegura que “estoy presentando un proyecto que ya no distingue derechas ni izquierdas”»

Una de las principales obsesiones de la derecha española desde la Transición es que no se diga de ella que es de derechas. Esta peculiar obcecación tiene su origen en la mala imagen que el franquismo dejó en herencia a quienes no se consideraban de izquierdas. Ese fue el motivo principal por el que Adolfo Suárez optó por llamar a su partido Unión de Centro Democrático. Ni siquiera se atrevieron con la nomenclatura que utilizan los tories británicos: Partido Conservador. Anatema: «centro» sonaba mejor.

Manuel Fraga, líder de la derecha postfranquista española de la época –y admirador de esos conservadores británicos en quienes se inspiró durante su tiempo como embajador en Londres–, utilizó el heterodoxo término «centramiento» para explicar sus intenciones con Alianza Popular, como partido que pretendía representar a la «mayoría natural» de las clases medias.

A partir de ahí, se produjo un festival de denominaciones similares, para definir el «viaje al centro» del Partido Popular, que debía de ser muy largo, porque nunca ha terminado –como ironizaba Alfonso Guerra–. Desde aquellos tiempos –atravesados por Aznar, Rajoy y Pablo Casado–, los populares han hablado de un PP centrado o de centro reformista. A veces, cuando se ponen estupendos, se atreven con el centroderecha, pero nunca de derechas, a secas. Esa denominación la dejan ahora para Vox, que considera a los populares como la «derechita cobarde», mientras que a sí mismos no quieren aplicarse el calificativo más preciso de extrema derecha.

Con Feijóo ha llegado una novedad –no se sabe si audaz o temeraria–: asegurar que «estoy presentando un proyecto que ya no distingue derechas ni izquierdas», según le dijo a Susanna Griso en el programa Espejo Público de Antena 3. «Un proyecto transversal de centralidad», remató. Y hasta citó como referencia a Felipe González en 1982, a quien alguna vez ha reconocido que votó.

Quizá lo más útil pudiera ser, precisamente, recordar la promesa que hizo González, quien se presentó a aquellas elecciones con el lema «Por el cambio». Y cuando le preguntaron en qué consistiría eso, Felipe respondió: «El cambio es que España funcione». Ese es el reto.