Sin Perdón
Las cloacas socialistas
«No merecemos un gobierno y un partido que nos mientan. Sánchez se juega su imagen y su supervivencia política»
No se le puede negar al aparato propagandístico socialista su pericia a la hora de encontrar palabras, frases y mensajes para arremeter contra los adversarios. Hasta tuvieron suerte en los personajes que protagonizaron la Gürtel. Todo el mundo recuerda al bigotes, a Correa o el abrigo de Bárcenas. No hay nada más útil que poner rostros a un escándalo. Rajoy y su gobierno no tenían nada que ver, pero el hábil manejo político, judicial y mediático justificó una moción de censura. En cambio, con los ERE la situación era diferente. A pesar de su gravedad, los enriquecimientos ilícitos y la compra de voluntades para ganar elecciones, faltaban los personajes pintorescos que despertaran el interés de la opinión pública y publicada. No había buenas fotos con las que ilustrar las noticias de los periódicos y las televisiones. Con el escándalo que protagoniza Koldo, la antigua mano derecha y hombre de máxima confianza de Ábalos, ha situación ha cambiado. Los socialistas consiguieron sortear la corrupción de Tito Berni, incluidas las prostitutas, los sobres y las comilonas. La propaganda y la presión socialista consiguieron arrinconarlo, porque no afectaba a un diputado del PP. Es bueno recordar cómo desataron la mayor cacería política desde la Transición contra Paco Camps y Rita Barberá.
Con Koldo ha cambiado la suerte de Sánchez, ya que las apelaciones a la ejemplaridad chocan con lo sucedido con las compras masivas de mascarillas. La sombra de la sospecha siempre ha estado alrededor de las adjudicaciones, pero faltaba que estallara un escándalo de estas dimensiones. El problema es que salpica a quien era su mano derecha en el partido y en el Gobierno. Ábalos no era solo el ministro de Fomento, sino también el secretario de Organización que ha sido y es en el PSOE el dirigente más poderoso después del secretario general. Sánchez no podía hacerlo vicepresidente, porque había que poner mujeres, pero la importancia de Ábalos hasta su inexplicado y fulminante cese era evidente dentro del Gobierno. Era y es tan poderoso que es el presidente de la comisión de Interior. Hace un tiempo pregunte por qué no prescindía de él y me respondieron que tienen mucho pasado juntos, le debe mucho y tiene un gran poder en la Comunidad Valenciana como se ha visto con el dedazo para colocar a Diana Morant.
Donde las dan las toman. No hay nada como el refranero para visualizar muchas cosas de la vida cotidiana y, por supuesto, de la política. Sánchez y el PSOE están ahora en la misma situación que Rajoy y el PP con la Gürtel, aunque con la notable y decisiva diferencia de que el inquilino de La Moncloa está afectado directamente mientras que en el caso de su antecesor era un escándalo antiguo. Los presuntos y repugnantes hechos ilícitos se cometieron en la anterior legislatura con un tema tan sensible socialmente como fue la pandemia. La suerte de todos los presidentes del Gobierno ha cambiado en algún momento y comienza el declive irreversible. Le sucedió a Suárez, González, Aznar y Rajoy.
Las derrotas electorales, las mentiras y la amnistía, las alianzas con los independentistas y los dirigentes del antiguo aparato político y militar de ETA y ahora el escándalo de Koldo son síntomas muy claros de un desgaste que permiten augurar un cambio de ciclo. En este último tema tiene la mala suerte, nunca mejor dicho, que existan fotos suyas con un personaje tan controvertido y con un currículo que hace inexplicable la posición de poder que tenía junto a Ábalos. El escándalo no finalizará con la renuncia del exministro al escaño de diputado, porque ni los tribunales ni la oposición lo permitirán. El PP no tiene más que repetir lo que hizo el PSOE. Ahora sabemos que las cloacas estaban también en el Gobierno socialista comunista. El ingenioso término utilizado por la izquierda política y mediática para atacar al PP es ahora muy adecuado. No hace más que describir las prácticas corruptas que presuntamente se producían alrededor de Ábalos que, por supuesto, no sabía nada. Lo que hemos publicado estos días muestra unos ingresos que solo pueden tener un origen ilícito.
El tráfico de influencias en ministerios y comunidades autónomas para adjudicar con sobreprecio unos contratos de mascarillas no es algo que podamos consideran éticamente aceptable. Es verdad que esto de la ética, la moral y la dignidad cotizan a la baja, pero la situación se complica cuando entra la Fiscalía Anticorrupción y los delitos tipificados en el Código Penal. Sánchez debería expulsar inmediatamente a Ábalos del partido para mostrar la ejemplaridad que exigían a Rajoy. Ha de cumplir lo que dijo este sábado: «la lucha contra la corrupción ha de ser implacable, caiga quien caiga». No hay más que acudir a la maldita hemeroteca para leer lo que decían los dirigentes del PSOE, encabezados por el actual presidente del Gobierno y su entonces mano derecha, o los columnistas de izquierdas. A estos últimos les preocupa el «y tú más», aunque no decían lo mismo cuando era la Gürtel o se olvidaban de los multimillonarios escándalos del felipismo. Les gustaría que se pasara página e incluso presentar a Koldo como un mero asesor, pero no pueden esconder que era la sombra de Ábalos. Estaba siempre a su lado. Es bueno que se investigue políticamente, algo que exigiría Sánchez si afectara al PP, y que una comisión en el Senado profundice en lo sucedido en los ministerios y las comunidades autónomas controladas por el PSOE. Las cloacas hay que limpiarlas. No merecemos un gobierno y un partido que nos mientan. Sánchez se juega su imagen y su supervivencia política. Por ello, debería ser coherente y actuar con contundencia.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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