Andalucía

Armonización fiscal, sablazo general

La Razón
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La expresión de la semana es «armonización fiscal», que viene a ser la pretensión de que en todas las regiones se paguen impuestos parecidos. Susana Díaz la empleó en la cuchipanda de los virreyes autonómicos en un desesperado intento de que los capitales no sigan huyendo de Andalucía. Como el lendakari excusó su presencia amparado en su superioridad racial (los gráciles superhombres del RH negativo no conferencian en pie de igualdad con mulas mesetarias ni con homínidos meridionales), se libró la presidenta de la risa con acento vascuence, esto es, de una karkajada en su kara. Eso, para empezar. Para seguir, resulta que muchas comunidades autónomas han abolido o reducido a una expresión simbólica el impuesto de sucesiones (Juan Marín, ¿sigues en el Parlamento o estás en la barriga del buey?), esos llamados Derechos Reales que la Junta se empeña en cobrar a los hijos de quienes ahorraron toda su vida para dejar su pisito pagado. El parque de viviendas públicas en Andalucía aumenta dramáticamente gracias a esas confiscaciones a los pobres, que renuncian en masa a su magra herencia, ya que quien logra juntar tres pesetas las invierte en inmuebles fuera de aquí, para así eludir el sablazo. No le gusta a Díaz que sus administrados se exilien en territorios con gobernantes menos voraces, verbigracia Madrid, y sin esa pulsión demagogo-electoralista de las 35 horas semanales, una rebaja a la jornada laboral de sus votantes que deberán sufragar (también) los contribuyentes netos. Era lo que faltaba para incentivar las vocaciones a empleado público y castrar a los aspirantes a cuentapropistas, es decir, para incidir en el modelo soviético de economía intervenida tan caro al PSOE-A y a sus redes clientelares. Que insista, eso sí, porque a Montoro le pone la idea.