
Carlos Rodríguez Braun
Bangladesh
Se dijo hace algunas semanas que un terrible incendio en una fábrica de Bangladesh demostraba una vez más que el mercado es cruel y explotador, y el Estado debe intervenir. Como siempre, faltaban informaciones cruciales. Primero, la subida propuesta del salario mínimo puede ser un caramelo envenenado, especialmente para la mayoría de las mujeres bengalíes que trabajan en el sector textil porque, como señaló el «The Wall Street Journal», «muy pocos otros empleos en el país pagan salarios tan elevados con respecto a la cualificación del trabajador». Segundo, el textil se desarrolló debido al acuerdo proteccionista Multifibras, que excluyó a Bangladesh, país que hoy exporta en ese ramo 20.000 millones de dólares por año, más que cualquier otro, excepto China e Italia. Es verdad que el Gobierno sólo liberalizó la economía del textil, y debería hacerlo también en el resto. Tercero, los bengalíes son pobres comparados con Europa, no con ellos mismos, porque su renta per cápita se ha triplicado en los últimos 30 años, la pobreza bajó del 70 % al 40 % de la población. La globalización y deslocalización que lamentan los políticamente correctos ha mejorado la situación de los pobres. Y además estos incendios guardan relación con la intervención pública: la falta de infraestructuras (más la corrupción) hace necesario que las empresas compren grandes generadores, lo que aumenta el riesgo de incendio, como apuntó «The Economist». Convendrá tener todo esto en cuenta antes de ponerse solemnes hablando de «dumping social» y otras excusas antiliberales.
✕
Accede a tu cuenta para comentar