Ciudadanos

Compatriota Albert

La Razón
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De condiciones ha hablado Albert Rivera para apoyar a Mariano Rajoy en la investidura, y negociar pensando en lo mejor para los españoles es la propuesta del Partido Popular. Aunque estoy en contra de algunas de esas condiciones, creo que el PP hace bien en intentar llegar a un acuerdo por el interés general, y estoy seguro de que también Rivera pactará fundamentalmente por la misma razón, pero también lo hará por el interés particular de no seguir perdiendo diputados si no apoya a Rajoy y fuéramos a unas terceras elecciones, a las que nos quieren llevar con su irresponsabilidad Pedro Sánchez y el PSOE.

Sin entrar en el detalle, tan sólo algunos apuntes: no creo sea justo que la imputación suponga automáticamente el cese o dimisión; eso es no respetar la presunción de inocencia; cuando no haya mayoría absoluta deberían ser los electores los que eligieran al presidente del Gobierno en una segunda vuelta electoral entre los dos más votados, la proporcionalidad que pide el señor Rivera podría tenerla en cuenta para que 32 diputados no impongan condiciones innegociables a 137; una comisión de investigación sobre el caso Bárcenas, que está tramitándose judicialmente con todas las garantías, sólo serviría para dar un espectáculo mediático.

El compatriota Albert Rivera hace unos relatos en los que «olvida» aquellos hechos que puedan invalidar las conclusiones a las que quiere llegar. Nos recuerda los diputados que perdieron el PP y el PSOE en cuatro años, pero no dice nada de los que ha perdido Ciudadanos en seis meses, 8 de los 40 que tenían, un 20% en sólo medio año. Y no lo quiere contar porque, aunque Rivera critica que el Partido Popular descalificara el pacto que firmó con los socialistas, han sido los españoles los que han descalificado con más rotundidad aquel pacto, o más bien impacto, reduciendo en esos 8 escaños la confianza en el partido naranja.

Una obsesión de Rivera, acrecentada en la campaña electoral del 26 J, ha sido el permanente intento de desacreditar a Mariano Rajoy –lo que dijo en el debate fue inadmisible–. Parecía que quería que aquellas elecciones fueran un plebiscito sobre Rajoy, y el resultado, que no menciona el señor Rivera, no puede ser más rotundo. Después de esa elocuencia de Albert condenando y ajusticiando a Mariano Rajoy, el candidato del Partido Popular incrementó el respaldo de la gente con 14 diputados más; y el gran político de Ciudadanos, que a veces da la impresión de que cree que los españoles estamos en deuda con él, tuvo 8 diputados menos. En seis meses la diferencia de 83 diputados entre ambos partidos a favor del PP ha aumentado a 105. ¡¡22 más!! Los españoles no comparten eso que escribe Rivera: «En Ciudadanos no creemos que Mariano Rajoy sea la persona adecuada para liderar una nueva etapa». Al contrario, el único candidato que ha aumentado sus votos y sus escaños es el que los españoles prefieren como presidente del Gobierno, Rajoy.

Para que Albert pueda seguir el ejemplo de la Transición, de la que tanto habla, es conveniente, como últimamente parece que empieza a hacer, mirarse menos en el espejo y a su ombligo.