Enrique López

Cruzando el Rubicón

Dicen que un lama del antiguo Tibet decía a su vez que: «La muralla separatista del individualismo se demuestra en el hombre como egoísmo y en las naciones como nacionalismo». En España se ha producido un fenómeno extraño, ha ido despareciendo el fervor nacional, cada vez se habla menos de lo español, y por el contrario se han potenciado y a veces exacerbado los sentimientos nacionalistas en diferentes comunidades autónomas, de la que Cataluña se ha convertido en el máximo exponente. Así se habla de la nación catalana, del País Vasco, Galiza, se ensalza lo andaluz, lo canario, etc. Algunos pensábamos que ésto es compatible, pero a su vez requería mantener una leal tensión entre lo común y lo especial, lo cual formando parte de un todo, debía respetar tanto lo uno como lo otro. Pero nos encontramos con que manifestaciones singulares como en Cataluña intentan fagocitar al Estado y prescindir de los cientos y cientos de años de tránsito común. Se dice que el proceso catalán no encuentra comprensión internacional, y ¿no será que desde fuera nos ven como lo que somos –España– y es muy difícil explicar lo contario? Hoy se ha consumado una de las fases del proceso de secesión catalana, estamos ante el Rubicón; el lunes comienza otra fase que abre posibilidades de solución o el camino hacia el desastre. A fecha de hoy alguna responsabilidad habrá que dilucidar, desgraciadamente algunas en los Tribunales, pero también es el momento de la autocrítica y de la superación de intereses personales. Cuando alguien dice que se debe a un pueblo debe pensar en lo que es mejor para el pueblo y no para sí mismo. El Estado de Derecho cuenta con potentes instrumentos de defensa hasta ahora no utilizados y que esperemos que no haya necesidad, pero ahí están.