Literatura

De Corazón

La sección dedicada a relatar las andanzas de los famosos y las peripecias de las celebritys es de las más leídas por los lectores de los periódicos españoles. Pero no todos los diarios y revistas tratan las efemérides del corazón con el rigor y el respeto que el género merece. Es preferible alejarse del circo mediático y de la obscena algarabía del sensacionalismo, más propio del mundillo friqui de los programas televisivos que de la prensa seria.

El tratamiento de un género periodístico como es el de Sociedad poco tiene que ver con la comidilla de los escándalos y mucho con el placer de informar de la realidad cotidiana o fenoménica con un estilo ligero pero riguroso. Hay que mantenerse tan alejados de «El Caso» como cercanos al examen chispeante de lo cotidiano que aparece detrás de la exclusiva que conmociona y fascina al lector, impresionado por el alarde tipográfico, el hecho insólito o la actualidad periodística.

Que la persona sea famosa o catapultada a la fama por sus méritos o por una insólita extravagancia no debe degradar al personaje al nivel de basura noticiosa ni obligar al periodista a convertirse en un chismoso sin escrúpulos, ansioso por subirse en la cresta de la ola del famoso para compartir o suplantar la fama efímera que concede ser noticia. Ése es el filo de la navaja que hiere al periodismo de lo sensacional: la vanidad narcisista del epígono convertido en famoso del famoso.

La revista de sociedad, tanto en su faceta más frívola como aquella que trata la vida cotidiana con ecuanimidad y respeto, no sólo dignifica a los periodistas, considera también al lector que amablemente deposita su confianza en ellos, pues no hay dos lados de la noticia: la ética periodística y el lector circulan a la par, como en un anillo de Moebius cuyo significante ha de ser tan cierto como su significado.