
Iñaki Zaragüeta
Desde luego, así no

No nos podemos permitir unas TV autonómicas como las de ahora.
El cierre de la Radiotelevisión Valenciana ha puesto a debate la necesidad y justificación de las televisoras autonómicas, que adquiere mayor intensidad en un momento de recortes en servicios, subidas de impuestos y la mayoría de las familias con algún miembro en paro.
En modo alguno podemos asumir el punto al que han llegado. ¿Cómo puede un catalán aceptar de buen grado que TV3 tenga un presupuesto de 295 millones de euros cuando se han gravado las recetas y reducido las políticas sociales? Eso sí, la deuda la enmascaran periódicamente asumiendo la Generalitat de Cataluña el pasivo y haciendo tabla rasa para comenzar de cero. Por cierto, como ha actuado en alguna ocasión Televisión Española. Lo mismo se puede decir de los 168 millones del presupuesto de la Televisión andaluza o de los 103 millones de la gallega.
Si aceptamos su existencia, lo cual ya es más que discutible, todas deberían ser objeto de reestructuración urgente y someterlas a una gestión razonable eliminando su condición de nidos de enchufados y su politización. Ahora no nos lo podemos permitir. Hay que cambiar ese modelo, el de que TV3 tenga casi 2.600 empleados, RTVV casi 1.700 (antes del ERE que ha provocado su cierre), TVG 1.050 o la andaluza 1.590...
En cuanto al apagón decidido por el presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, nada que objetar después del escándalo por la sentencia declarando la nulidad del ERE. Tras la acumulación de 1.200 millones de deuda, es imposible ampliarla. No tenía otra salida. Dicho esto, me enfurece que en el proceso nadie haya estado a la altura de las circunstancias, por lo que habría que pedir responsabilidades. Ya que nos sangran, al menos que lo hagan mínimamente bien. Así es la vida.
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