Madrid

El armario de Iglesias

Hay personas que entienden la presencia en la política sólo como un medio para lograr el poder y, una vez conseguido, mantenerse en él. Se trata de una visión instrumental, pero no para desarrollar un proyecto de país, sino de un fin en sí mismo.

Esta visión del ejercicio de la política es destructiva y viene impregnada por la idea de que cada día es un combate en el que hay que vencer a un enemigo que aspira a lo mismo. Para ocupar el liderazgo con menos turbulencias, este tipo de líderes aplica aquella máxima de Maquiavelo que aconsejaba «extinguir la dinastía del antiguo príncipe» para retener los territorios conquistados.

Entienden que la condición para mantener el poder es aniquilar a todo el que no mantenga absoluta fidelidad. Tampoco se acepta a los arrepentidos y reconvertidos, que deben ser eliminados. Esto supone sacrificar auténticos capitales políticos en aras de una prioridad superior: mantener la conquista.

Cuando se ha tomado esta decisión, todos los seguidores del antiguo líder serán aniquilados. Además, para mantener la hegemonía suelen aplicar otro principio de Maquiavelo, el de «aplastar desde las leves ofensas para que no haya que temer su venganza». Por tanto, cualquier movimiento interno es aplastado, por inocente que sea.

Algunos dirigentes españoles, como el Sr. Iglesias, han llegado a liderar a casi 70 diputados, a pesar de que en su biografía no haya nada que le avale como buen gestor de los recursos públicos. Eso sí, en su balance de víctimas ya van siendo numerosos sus damnificados.

Se muestra muy eficaz a la hora de librarse de sus adversarios, tanto si son internos como si son ajenos. Sólo saltan a los medios de comunicación los que concierten a los personajes más públicos, como su desencuentro con el Sr. Errejón, que ha terminado relegado al ostracismo.

Se ha abierto otro capítulo que dará para mucho, el de la Sra. Bescansa. Los que los conocieron hace años, en la Facultad de Ciencias Políticas, saben que el líder podemista no pudo tener mejor valedora.

Formó parte de los cinco magníficos que dieron vida a Podemos, fue la cara más técnica de la organización, siempre con una encuesta debajo del brazo. Pero cometió algunos errores.

El primero fue mantenerse al margen en la confrontación Errejón-Iglesias. Nunca se supo bien la razón, pero Iglesias interpretó que quería mantenerse por encima de las guerras, para no quemarse antes de que llegase su turno.

Ciertamente, desde esa apariencia tranquila y discreta, la Sra. Bescansa es una persona muy ambiciosa y eso lo sabe el líder morado. Después llegó la filtración del documento en el que diseñaba una propuesta para convertirse en 2020 en la nueva candidata del partido a la presidencia del Gobierno.

Esto ya fue demasiado para un Iglesias que había decidido liquidar a los «fundadores».

Ahora, la gallega intenta liderar a los podemistas en su tierra. Sin embargo, el Sr. Iglesias ya ha marcado su posición: «Me llama la atención que alguien que lleva 20 años viviendo en Madrid quiera dirigir Podemos Galicia», que traducido significa que no lo va a permitir.

Si el Sr. Errejón aguantó un asalto en el ring, la Sra. Bescansa tendrá dificultades siquiera para eso, pero eso no significa que el Sr. Iglesias haya conquistado todos los territorios, sólo va dejando enemigos con cuentas pendientes.

En la Florencia del siglo XV los muertos se enterraban y a su estirpe también, pero esto es el siglo XXI, en el que en política morir para siempre mueren pocos, incluso a veces regresan para cobrarse la venganza. Por eso, tener un armario lleno de cadáveres siempre termina saliendo mal.