El proyecto de la RTVV se encuentra aún en mantillas y ya se desvelan las contradicciones entre unos expertos y otros, como enseña la pizarra cuando cada cual tiene sus intereses. Mientras, los políticos a la espera hasta comprobar qué el caramelo se ajusta a su gusto. Siempre, eso sí, con la vista puesta en las elecciones.

Hace unos pocos días, conocimos el esquema de un grupo de universitarios sin experiencia en el ramo, auspiciado por Podemos, que dinamita cualquier atisbo de racionalidad. Una plantilla de 800 trabajadores y un coste para el erario de 140 millones de euros, además de resultar imposible en las actual circunstancia económica, es un insulto a la inteligencia que pretenda implantar la coherencia que marcan los tiempos respecto al ajuste de plantilla, los avances tecnológicos y el ajuste del gasto.

Ayer mismo, otro grupo de expertos remarcó en la Comisión correspondiente de Les Corts su maqueta de RTVV identificada con el sector al que representa. El presidente del Sindicato de Actores, como corresponde, apostó por los programas de ficción. El presidente del último Comité de Empresa se inclinó por que la nueva emisora debe contar con los extrabajadores. Tan sólo le faltó solicitar que la plantilla fuera la misma de 1.600 excepto los contratados por el PP.

Quizá el representante de la Asociación de Empresas y Servicios Audiovisuales fue quien más sentido común mostró al desaconsejar la puesta en marcha de una televisión en pruebas, porque podría ser muy desilusionante para el público cuando se trata precisamente de «engancharle desde el minuto uno». Así es la vida.