Asia

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El Comandante en Jefe

La Razón
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Lo único que me produce envidia es el talento. No sé si serán la edad, la familia o las cicatrices de la vida, pero hace tiempo que el dinero de los demás me importa un comino. Ni siquiera alteran mis sueños sus mujeres, por espléndidas que sean. En ese sentido, no tiene Donald Trump las características que me llevarían a colocarlo en el altar de mis héroes, pero debo confesar que me está sorprendiendo. Hace sólo 87 días que entró en la Casa Blanca y yo daba por supuesto que iba a ser un presidente aislacionista, borroso, agobiado por filtraciones, maniatado por falta de apoyos en el Congreso y ajeno a los problemas del planeta y muy volcado en lo doméstico, para ver si llegaba a 2020 en condiciones de ser reelegido. Pues aquí esta, sacudiendo el tablero internacional, apostando fuerte en todos los frentes y poniendo en vilo a amigos y enemigos. En una semana, a golpe de operaciones militares, ha cambiado la imagen de su presidencia. El 7 de abril bombardeó una base siria como represalia al ataque químico contra población civil ejecutado dos días antes por los sicarios de Bashar al Assad. Este Jueves Santo lanzaba la «Madre de Todas las Bombas» sobre el entramado de túneles que el DAESH excavó en la frontera entre Pakistán y Afganistán, pulverizando a un centenar de terroristas islámicos. A estas horas tiene portaviones y acorazados en los alrededores de la Península de Corea y anuncia que EE UU impedirá por la fuerza que el régimen comunista de Pyongyang siga avasallando a sus vecinos. El drama con los tarados de Corea del Norte, al igual que en su día con los ayatolás de Irán, como dejaron patente los israelíes, no es que desarrollen la bomba atómica, sino que están dispuestos a usarla. Por eso es tan importante neutralizarlos y desactivar esa amenaza. De todo lo que tiene entre manos Trump, embutido ahora en el uniforme de «Comandante en Jefe», lo más delicado sin duda es lidiar con el belicoso, irracional, agresivo y desquiciado Kim Jong-un. Con mucho cinismo, China se limita a mandar mensajes poéticos, hablar de «nubes de tormenta», pero ni Occidente ni Rusia se pueden poner de perfil. En este asunto y frente al gordito demente, sus misiles y artefactos nucleares, es vital para nuestra supervivencia alinearnos con Trump, aunque no nos guste su tupé. Como ha escrito en Twitter el senador republicano Lindsay Graham: «Hay nuevo sheriff en la ciudad».