Juegos Olímpicos

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El mapa ganó unos Juegos Olímpicos

La Razón
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Estos días nos llegan, además de la información deportiva, muchas noticias de distintos fallos y carencias en los Juegos Olímpicos de Río 2016, y con este motivo se recuerda que Madrid optó a organizar estos Juegos con una candidatura mejor que la que resultó ganadora. No debería sorprendernos, la ciudad brasileña fue la que peor valoración tuvo de las que pasaron la primera evaluación –la de los criterios técnicos–, incluso Doha tuvo mejor puntuación que Río, pero fue rechazada por las fechas que propuso para la celebración de los Juegos.

Madrid estuvo muy cerca de conseguir la organización de unos Juegos Olímpicos, los de 2012, mucho más cerca de lo que la gente cree, pero finamente fue Londres la que los organizó. Los Juegos de 2016 eran muy difíciles de conseguir; una regla no escrita decía que no se celebrarían dos Juegos seguidos en el mismo continente, a pesar de eso, y entre otras razones, por la valoración positiva que se suponía tenía la permanencia de la candidatura para conseguir unos Juegos, Madrid se presentó de nuevo teniendo como rivales, además de Río, a Tokio y a la gran favorita para casi todos –también para aquellos que después lo han olvidado–, Chicago.

En octubre de 2009, en Copenhague, el Comité Olímpico Internacional eligió la sede para 2016, allí acudimos los representantes de las candidaturas para hacer la última presentación. Los «expertos» anunciaban que si Obama acudía con la candidatura de Chicago, su ciudad, no había nada que hacer, los Juegos irían a Estados Unidos. Unos días antes nos enteramos de que su mujer, Michelle, estaría en Copenhague defendiendo la candidatura de Chicago, por tanto no estaba claro que la ciudad del equipo de Michael Jordan fuera a ganar, pero cuando un día antes de la decisión se confirmó que el presidente Obama también estaría allí, nadie de los que decían saber todo del mundo olímpico tenía dudas de que la elegida sería Chicago. Era el año de la primera elección presidencial de Barak Obama, el hombre que entonces tenía asombrado al mundo. El 1 de octubre, la víspera de la decisión, al menos cuarenta de los poco más de cien electores aseguraron a Michelle Obama que votarían a Chicago, y fue la primera ciudad eliminada con sólo 19 votos. Después cayó Tokio que conseguiría los Juegos cuatro años después.

Madrid 16 había hecho un gran trabajo, dirigido por Alberto Ruiz-Gallardón y Mercedes Coghen –que injusticia lo que le están haciendo–, con el apoyo de todas las instituciones y todos los partidos, sirva como ejemplo el trabajo de Lissavetzky. En Copenhague quedamos por delante de Chicago y de Tokio, pero a pesar de la buena intervención del rey Juan Carlos I que presidió la presentación, y la emotiva exposición «despedida» del gran Juan Antonio Samaranch –qué alegría que su competente hijo, precisamente en Río haya sido elegido vicepresidente del COI–, fuimos derrotados por un mapa en el que se veía que en Suramérica jamás se habían celebrado unos Juegos.

El 5 de agosto, festividad de la Virgen Blanca –precioso nombre–, comenzaron los Juegos de Río, y con deportividad hay que desear que no tengan que seguir recordando a Madrid por las deficiencias que les surjan. A Madrid y a España hay que recordarlas siempre por lo que son, que es mucho, y no por lo que pudo haber sido.