Sergio Alonso

El nulo éxito de la marea blanca

Durante el último mes y medio, se han escrito ríos de tinta sobre la huelga sanitaria de Madrid y la inusual movilización de las «batas blancas» contra la reforma del sistema que ha planteado la Comunidad para contener el gasto en este área. Después de cinco semanas de parálisis en hospitales y centros de salud, y de abundantes protestas callejeras, el balance que hacen muchos de los organizadores y participantes es de éxito. Argumentan que nunca antes se había producido una queja colectiva similar entre el estamento médico. Y están en lo cierto. Desde la famosa huelga de 1996, no ha habido en España una protesta similar. Arguyen también que en algunos momentos han logrado poner contra las cuerdas a la Consejería, y que el suyo ha sido un aviso para navegantes, una suerte de mecha que puede prender en toda España si las autoridades se empecinan en combatir el déficit por el lado sanitario. Y también tienen razón. Sin embargo, en esta vida todas las acciones deben medirse en función de los resultados que produzcan.

Más allá de la movilización del antaño adormecido colectivo médico, lo cierto y verdad es que la rebelión blanca en Madrid ha sido un fracaso absoluto a efectos prácticos. Las organizaciones participantes decidieron en Navidad desconvocar la huelga sin arrancar de la Consejería compromiso alguno de cambio en su plan inicial. Pese a las protestas, éste no cambia un ápice, y siguen adelante los proyectos iniciales para externalizar la gestión, que no privatizar la Sanidad, de los hospitales y centros de salud anunciados. El resultado de la batalla también es un fracaso para las organizaciones que, por instinto gregario y por temor a quedar descolgadas de la corriente, decidieron dejarse arrastrar por ella. ¿Qué han logrado las autodenominadas plataformas para la defensa de la Sanidad pública? ¿Y las sociedades científicas que salieron a la palestra en pleno bombardeo mediático sobre la huelga? ¿Y el Colegio de Médicos de Madrid? No han conseguido mejora alguna, por lo que su actuación durante esta crisis no puede considerarse más que como un fracaso.