Iñaki Zaragüeta

El pulso que no tiembla

Alguien tiene que cargar con los mochuelos. Es ley de vida. Más aún si se hacen méritos para ello, como ha sucedido con el escándalo del informe del fisco atribuyendo a la Infanta Cristina 13 operaciones inmobiliarias inexistentes porque nunca habían sido de su propiedad. La deficiente forma de conducir el eco mediático por parte de la Agencia Tributaria terminó ayer con la dimisión de su directora general, Beatriz Viana, forzada por el propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

No sé si otra persona hubiera tenido más acierto en cómo apaciguar a los medios de comunicación, cada día más dispuestos a echar gasolina al fuego de los conductos de la actividad pública, pero hay coincidencia de que no ha sido la más oportuna. Al contrario, cada intervención de este organismo acrecentó el fallo cometido y sus consecuencias hasta dar pie a las conjeturas más convulsas para la Infanta.

Además, llovía sobre mojado. Hace unos meses, esos micrófonos traicioneros, calvario de muchos políticos, pillaron aquel comentario de Viana de «no sé ni lo que he dicho. Ahora me van a sacar cualquier barbaridad ...» cuando informó de la participación de la Agencia en el «caso Bárcenas». Y ella no goza de la ventaja de María Dolores Cospedal cuando se trabó aún más al explicar la pertenencia del ex tesorero a la plantilla de la calle Génova después de años de desvelarse el «affaire».

Con estos antecedentes, al ministro Montoro no le ha temblado el pulso, como no le tiembla para continuar con la subida de los impuestos, aunque esta vez afecte al tabaco y al alcohol. De esta quema me salvo. No fumo y apenas bebo. Así es la vida.