Campaña electoral

Hablar sin comunicar

La Razón
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Cuando la política no se explica a la sociedad, no funciona. Lógica aplastante. Usó la idea Rubalcaba y hoy le tomo la palabra mientras me pregunto qué pensará el astuto «fouché» cántabro del rumbo de su partido, quién te ha visto y quién te ve.

En esta etapa del obligado diálogo para desbloquear España y alumbrar un gobierno, ¿de qué me vale hacer y no contárselo al ciudadano? Infravaloran nuestros líderes la importancia de la transmisión de la política eficaz. Deberían practicar más con sus respectivos asesores. Ahí tienes la triple negativa de Pedro Sánchez en el Comité Federal, ejemplo de comunicación fallida. «No es no: no al PP, no a Podemos y no a unas terceras elecciones generales», proclamó, rotundo. ¿Cómo se sostiene esa negativa en tres dimensiones? A alguna tendrá que asentir el PSOE. Lo sabe perfectamente Sánchez, que juega con las palabras como los demás, no me malinterpretes. Empiezan a cansar las declaraciones solemnes y huecas y, en general, la parsimonia con la que nuestros políticos se están tomando esta segunda temporada postelectoral. Desesperante calma chicha. Me dices que no es así, te consta que hablan en secreto los unos con los otros desde el mismo 26J pero los ciudadanos, que no les vemos, nos indignamos por momentos y nos preguntamos si acabaremos en una tercera cita con las urnas que nadie desea, pero que alimentan las formaciones de este tablero de parchís. Una pena que se empeñen, miopes, en seguir hablando de sus respectivas líneas rojas y no de ceder, aumentando el propio descrédito.

Aún hay remedio: la incertidumbre política puede combatirse con decisiones explicadas, generosidad y sensatez. La que se le atribuirá a Rajoy si pacta cuanto antes con Ciudadanos; la que necesita desplegar, sobre todo, la formación de Rivera para su propia supervivencia. Precisamos sobredosis de sentido común también fuera de nuestras fronteras, en este tiempo de dudas, emociones polarizadas y frustración colectiva, con el acechante Brexit sobre Europa y el improbable pero no imposible asalto de Trump a la Casa Blanca. Nuestros políticos tardan demasiado en responder a las emociones del votante y esto sólo alimenta el populismo, ese concepto tan de moda. Plantear fórmulas de gobierno ¡en agosto! suena a broma pesada. No se queden ahí, ensimismados con la visita de Obama. Cierto que nunca estuvo Madrid tan tuiteable, blindada y protegida, pero ése es ya otro cantar. El tiempo apremia.