Julián Redondo

La autoridad «competente»

La Razón
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Preguntó Paco González al hijo de Rajoy por los comentarios de un juego de consola, el chaval no dudó al responder y dribló a la diplomacia: «Son mejorables... En realidad, son una basura». El presidente, entre asombrado y perplejo, y no sólo porque en el tránsito electoral hay que andar de puntillas, le dio una cariñosa colleja y Manolo Lama, el comentarista, contraatacó: «Ya no voto a tu padre». Risas.

Se dice que los borrachos y los niños, y mira que la equiparación es deplorable, siempre dicen la verdad. ¿Y los políticos? Pasa palabra. ¿Y los entrenadores, los jugadores y los presidentes del fútbol? Suelen agarrarse a lo políticamente correcto, que no siempre coincide con la realidad, y así evitan charcos, denuncian campañas, cuando lo que verdaderamente desestabiliza a los equipos son los resultados adversos, y se condecoran con el arcoíris. ¿Mienten? Incluso no piadosamente. Surgen entonces los misterios porque nadie dice la verdad y su búsqueda termina en arcanos indescifrables: ¿cómo es posible que antes de cumplirse el primer tercio de la temporada la plantilla del Real Madrid haya sido víctima de 17 lesiones: 15 lesionados –el último, Varane– y dos recaídas? ¿De quién es la culpa? ¿Del cuerpo médico? ¿Del entrenador y del preparador físico? ¿De los futbolistas? ¿Del calendario? ¿De los seleccionadores que no tienen corazón? De todos, un poco.

No obstante la epidemia y las consiguientes dificultades que merman las facultades físicas y mentales del Madrid, Benítez ha conseguido superar con sobresaliente la primera fase de la «Champions» y en la Liga cabalga tercero después del drama sabatino. El problema es que el equipo, acaso por la precipitada reaparición de algunos artistas o porque la enfermería parece el camarote de los Hermanos Marx, se desvanece. Contra el Shakhtar sufrió un ataque de pánico y un desmoronamiento de tal calibre que pasó del 0-4 al 3-4 en el último cuarto de hora. Y porque terminó el partido. Pese a todo, la lectura es positiva: Cristiano Ronaldo volvió a golear y a reír y Bale se pareció a sí mismo pegado a la banda, más a la izquierda, donde no quiere jugar porque se cree que el Balón de Oro le va a llegar por el interior. Golpe de autoridad de Benítez; recupera el mando.